Recientemente hemos pasado las fiestas navideñas, y desde éste artículo, les deseo un feliz año en la paz de Nuestro Señor Jesucristo.
Sí, así es, hemos pasado unas fiestas de la navidad en donde parecía que eran menos fiestas debido a la profunda crisis económica de nuestro país, y lo que realmente ocurría y ocurre es que seguimos viviendo en una sociedad que parece haber perdido los valores humanos y la fe, es decir: el norte; parece que nos quedamos a las afueras de las fiestas navideñas, y no entramos en lo que realmente suponen tales fiestas: que es el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo; haya crisis o no la haya, todo lo centramos en el consumismo, y parece que esta Navidad del 2011, no fue tan maravillosa como la anterior, debido a la crisis.
La Iglesia Católica a través de la Doctrina Social de la Iglesia, nos dice que para que una sociedad sea digna del hombre tiene que tener unos principios y unos valores fundamentales, pues todos los valores sociales son inherentes a la dignidad de la persona humana, cuyo auténtico desarrollo favorecen, como la verdad, la libertad, la justicia y el amor. La práctica de estos valores son el camino seguro y necesario para alcanzar la perfección personal y una convivencia social mas humana.
Si estos valores como son la verdad, la libertad, la justicia y el amor, los reducimos a lo que significa el consumismo y, anteponemos el tener al ser, dichos valores pierden su riqueza y esencia, convirtiendo no solo las fiestas navideñas, sino cualquier fiesta religiosa en algo ajeno a nuestra tradición, teniendo el peligro de convertir la fiesta religiosa en una mera caricatura de lo que realmente es.
Pero para dar a las fiestas religiosas el verdadero valor de lo que representan, no nos podemos quedar solamente en estos valores humanos, dignos de por sí, pero que se complementan y se enriquecen todavía mas con lo que es y representa la fe, porque, creer es razonable; fe y razón se complementan perfectamente.
La fe según el Catecismo de la Iglesia Católica es “una adhesión personal del hombre entero a Dios que se revela. Comprende una adhesión de la inteligencia y de la voluntad a la Revelación que Dios ha hecho de sí mismo mediante sus obras y sus palabras”. Entonces vemos que si se complementan estos valores humanos con la fe, pues creer entraña una doble referencia a la persona y a la verdad; a la verdad por confianza en la persona que se atestigua, pues creemos en Jesucristo y, porque nos merece plena confianza, creemos en el Dios que Él nos revela, su Padre, del que Él es Hijo.
Por tanto, no es contrario a los valores sociales lo que es y representa la fe, pues creer es un acto auténticamente humano, ya que no es contrario a la libertad ni a la inteligencia del hombre depositar su confianza en Dios y adherirse a las verdades por Él reveladas.
Si construimos nuestra sociedad en base a estos valores y a la fe, podríamos decir que avanzamos en el camino adecuado hacia lo que significa la verdad, y el misterio profundo de lo que son las fiestas religiosas, y más concretamente la navideña.
