CAMINEO.INFO.- Parece que con este artículo, yo como católico comprometido quiera poner “la venda antes que la herida”, veamos el por que de ésta afirmación entrecomillada.
Antes del verano del 2011 es probable que se apruebe en el Congreso de los Diputados la Ley de Libertad Religiosa, la anterior data del año 1980. El borrador de este proyecto de ley ya ha sido facilitado, seguramente para que sus responsables puedan ver el grado de aceptación o rechazo, algo así como un globo sonda, naturalmente éste proyecto de ley puede recibir modificaciones en su borrador hasta ser presentada por el PSOE en el Congreso, pero la esencia o eje principal de dicha ley no admite cambios, pues es: regular la presencia simbólica, (de signos, símbolos) católica en los espacios públicos.
¿Pero, qué es regular?. Según la Real Academia de la Lengua Española, regular es:
“Del latín regula. Medir, ajustar o computar algo por comparación o deducción, ajustar, reglar o poner en orden algo, ajustar el funcionamiento de un sistema a determinados fines, determinar las reglas o normas a que debe ajustarse alguien o algo”.
La Constitución Española en su artículo 16, Seccion I de los Derechos Fundamentales y Libertades Públicas indica:
1. Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la Ley.
2. Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias.
3. Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.
Y ante el número 3: “La mención explícita de la Iglesia católica en el artículo 16.3 de la Constitución española, de 1978, a juicio de SOUTO PAZ, lo único que hace es manifestar, que la Iglesia católica no necesita probar su "notorio arraigo" en la sociedad española. No significa una situación de privilegio, confesionalidad encubierta o discriminación de las "demás confesiones". Es, simplemente, el reconocimiento de un hecho social “.
Es decir, si nos fijamos bien podemos estar ante una nueva ley religiosa que podría ser inconstitucional en base al artículo 16.3 de la norma suprema constitucional, si deja de reconocer que la religión católica en nuestro país en un hecho social, prohibiendo toda clase de manifestación pública religiosa en los espacios públicos, esto es, procesiones de todo tipo, entierros, bodas, bautizos, y por supuesto, el mensaje navideño televisado del Rey.
¿Pero, que hay detrás de ésta nueva ley religiosa, cuál es la intencionalidad de aquellos que intentan aprobar una ley manifiestamente anti-democrática?
El Concilio Vaticano II nos habla de distintas formas de ateismo: la primera es aquella que ve una incompatibilidad entre la libertad y la dignidad del hombre y la fe en Dios. El afán de autonomía del ser humano no puede aceptar a nadie por encima de él, consiguientemente Dios se presenta como un adversario a eliminar.
La segunda forma piensa que existe una incompatibilidad entre los esfuerzos por lograr una liberación económica y social y la fe en Dios, por considerar que ésta hace soñar en un más allá ficticio, que resta energías para transformar la sociedad injusta.
Es decir, estamos ante un proyecto de ley marcado por la primera forma de lo que es el ateísmo, pero ¿si eliminamos a Dios de la ecuación, de la vida de las personas, si Dios es mentira, si no es amor, sino es nada, entonces, a quién ponemos para que nos garantice la tranquilidad que el hombre, la sociedad necesita?:
Pues ponemos al Estado moderno que si que es capaz de dar respuestas tranqulizadoras a nuestras inquietudes de trabajo, de paz, tranquilidad y democracia, eliminamos, por tanto, las raíces históricamente católicas que han formado lo que hoy es España desde el proceso de unificación emprendido por los Reyes Católicos.
Para ello no solo se aplica esta nueva normativa estatal, sino que también se aplica una política educativa manifiestamente anti-católica a nivel nacional, con un objetivo bien claro: lograr entre la población nacional un pensamiento único que no sea esclavo de la ideología católica y por tanto, asociado a determinados partidos políticos que defienden la vida, el matrimonio, la familia, etc., en sus programas electorales.
Desgraciadamente esta política del ateísmo nacional lleva muchos años legislando en nuestro país con diferentes gobiernos de distinto signo político, los recursos públicos que pagamos todos los ciudadanos, incluidos los católicos son destinados a lograr ésta sustitución, porque el actual gobierno sigue la línea de Feurbach en su obra La esencia del cristianismo publicada en 1.845: “La idea de Dios es un producto de los deseos y necesidades del hombre, especialmente de su ansia de inmortalidad”.