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Portada:: Razón y Fe:: D. Javier Mira Garcia-Gutierrez:: "Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?" (Mc 10,17).

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"Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?" (Mc 10,17).

Tue, 16 Mar 2010 19:01:00
 

CAMINEO.INFO.- Acabo de leer el mensaje del Papa con motivo de la próxima Jornada Mundial de la Juventud que este año se celebra en la diócesis, y que nos prepara para la siguiente Jornada que será en 2011 en Madrid. 

Benedicto XVI toma como referencia la Carta a los Jóvenes de Juan Pablo II de 1985 –que sigue siendo actual- y que entonces nos hizo mucho bien, y a mi particularmente me sirvió para hablar de vocación y de seguimiento del Señor en aquel entonces cuando comenzaba a vivir mi sacerdocio.

"Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?" (Mc 10,17), éste es el texto que el Papa comenta (el mismo que la Carta de 1985), y que le da pie para decir lo siguiente:

“Este relato expresa de manera eficaz la gran atención de Jesús hacia los jóvenes, hacia vosotros, hacia vuestras expectativas, vuestras esperanzas, y muestra qué grande es su deseo de encontraros personalmente y de abrir un diálogo con cada uno de vosotros. Cristo, de hecho, interrumpe su camino para responder a la pregunta de su interlocutor, manifestando plena disponibilidad hacia ese joven, que estaba movido por un ardiente deseo de hablar con el “Maestro bueno”, para aprender de Él a recorrer el camino de la vida. Con este pasaje evangélico, mi Predecesor quería exhortar a cada uno de vosotros a “desarrollar su propio coloquio con Cristo – un coloquio que es de fundamental importancia y esencial para un joven" (Carta a los jóvenes, n. 2).

Este coloquio con Cristo comienza con un encuentro con su Persona, que es verdaderamente el comienzo de toda vocación, porque como el mensaje:

“En la mirada del Señor está el corazón de este especialísimo encuentro y de toda la experiencia cristiana. De hecho el cristianismo no es en primer lugar una moral, sino experiencia de Jesucristo, que nos ama personalmente, jóvenes o viejos, pobres o ricos; nos ama también cuando le damos la espalda.
Comentando la escena, el papa Juan Pablo II añadía, dirigido a vosotros jóvenes: “¡Os auguro que experimentéis una mirada así! ¡Os auguro que experimentéis la verdad de que él, el Cristo, os mira con amor!" (Carta a los jóvenes, n. 7). Un amor, manifestado en la Cruz de manera tan plena y total, que hace escribir a san Pablo con estupor: “me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gal 2,20). "La conciencia de que el Padre nos ha amado desde siempre en su Hijo, de que Cristo ama a cada uno y siempre – escribe aún el papa Juan Pablo II – se convierte en un punto firme de apoyo para toda nuestra existencia humana" (Carta a los jóvenes, n. 7), y nos permite superar todas las pruebas: el descubrimiento de nuestros pecados, el sufrimiento, el desánimo.”.


El joven rico es como el prototipo del joven actual, de aquel que se hace preguntas y no sabe qué responder; que tiene miedo a cuestionarse muchas cosas de la vida porque desconoce las respuestas, o porque tiene miedo a lo que le digan. Recuerdo que André Frossard cuenta en un de sus libros, que en un encuentro con universitarios en La Sorbona en el difícil año 1968, al acabar una de sus clases se le acercó un grupo de aquellos alumnos y le dijeron.

- Profesor, tenemos una pregunta que hacerle: ¿por qué vivir?

Dice Frossard que se paró en seco y se dio cuenta de que tenía que responder algo que les dejara convencidos, pero claro y concreto. Entonces se le ocurrió la siguiente respuesta-pregunta:

- Habéis formulado mal la pregunta, realmente tendrías que preguntaros: ¿por quién vivir?

Parece ser que fue suficiente para apaciguarlos y dejarles pensando, porque efectivamente el sentido de nuestra existencia está más allá de nuestros pobres horizontes personales, de un egoísmo que sólo mire para dentro, y no sepa encontrar en Dios y en los demás el sentido de nuestra vida.

Precisamente el Papa anima a pensar a los jóvenes en el sentido de la existencia mirando “a lo alto”, es decir, trascendiendo y no quedándose en lo limitado de lo que alcanza nuestra mirada:

“Preguntarse sobre el futuro definitivo que nos espera a cada uno de nosotros da sentido pleno a la existencia, ya que orienta el proyecto de vida hacia horizontes no limitados y pasajeros, sino amplios y profundos, que llevan a amar el mundo, tan amado por el mismo Dios, a dedicarnos a su desarrollo, pero siempre con la libertad y la alegría que nacen de la fe y de esperanza. Son horizontes que ayudan a no absolutizar las realidades terrenas, sintiendo que Dios nos prepara una perspectiva más grande, y a repetir con san Agustín: “Deseemos juntos la patria celeste, suspiremos hacia la patria celeste, sintámonos peregrinos aquí abajo” (Comentario al Evangelio de san Juan, Homilía 35, 9). Teniendo fija la mirada en la vida eterna, el Beato Pier Giorgio Frassati, muerto en 1925 a la edad de 24 años, decía: “¡Quiero vivir y no vivaquear!”, y en la foto de una escalada, enviada a un amigo, escribía: “Hacia lo alto”, aludiendo a la perfección cristiana, pero también a la vida eterna.
Queridos jóvenes, os exhorto a no olvidar esta perspectiva en vuestro proyecto de vida: estamos llamados a la eternidad. Dios nos ha creado para estar con Él, para siempre. Ésta os ayudará a dar un sentido pleno a vuestras elecciones y a dar calidad a vuestra existencia.”

Finalmente, nos recuerda el Santo Padre que el caminar hacia la eternidad y saber “dar a cada segundo vibración de eternidad ”, como acertadamente decía San Josemaría Escrivá (cfr. Amigos de Dios, n. 239), pasa siempre por el cumplimiento de la Ley de Dios, que no nos coarta, sino que nos hace verdaderamente libres:

Dios nos da los mandamientos porque nos quiere educar en la verdadera libertad, porque quiere construir con nosotros un Reino de amor, de justicia y de paz. Escucharlos y ponerlos en práctica no significa alienarse, sino encontrar el camino de la libertad y del amor auténtico, porque los mandamientos no limitan la felicidad, sino indican cómo encontrarla. Jesús, al inicio del diálogo con el joven rico, recuerda que la ley dada por Dios es buena, porque “Dios es bueno”.

Os animo a leer despacio y meditar este mensaje, y a releer la Carta a los jóvenes de Juan Pablo II, que sigue siendo actual.

Se puede encontrar la Carta del Papa Juan Pablo II a los jóvenes en el siguiente enlace:

http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/apost_letters/documents/hf_jp-ii_apl_31031985_dilecti-amici_sp.html

El mensaje de la Jornada Mundial de la Juventud lo acaba de traducir zenit:

http://www.zenit.org/article-34649?l=spanish







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