El siempre alegre Traslado del Nazareno dio paso este Viernes de Dolores al primer desfile procesional que desprendió los primeros valores de Semana Santa imponente y solemne que siempre lleva adheridos la Semana de Pasión zamorana. A las diez y media en punto, las puertas de la iglesia del Espíritu Santo se abrían y dejaban paso al pendón de la cofradía y a los primeros hermanos, ávidos por tomar la calle y anunciar la venida del crucificado.
Los primeros faroles comenzaban a iluminar las calles de la capital zamorana y poco a poco desfilaban el millar de hermanos que posee esta hermandad. Más de veinte minutos tuvieron que pasar para que el Cristo sobrepasase el umbral de la puerta del templo. Con pericia y cariño, los cargadores salvaron el marco de la puerta para que el crucificado recibiera la primera brisa en el rostro. Una brisa agradable en una noche casi primaveral que empujó a miles de ciudadanos a salir a la calle y a disfrutar de la Pasión zamorana.
Tras cubrir la primera parte del recorrido, el desfile llegaba hasta la Plaza de la Catedral. Allí, los hermanos entonaron en el atrio del templo el “Christus factus est”, de Miguel Manzano, tras la lectura de la Pasión. Un canto que nuevamente contó con la mirada atenta y el oído avezado de cientos de zamoranos que se agolpaban en el patio exterior de la Catedral. Al terminar, la procesión continuaba su recorrido para devolver la imagen a su templo de salida. Un templo que alcanzaba pasada la una de la madrugada