Toro/ESPAÑA.- Durante todo el día, los toresanos observaron con inquietud el cielo y pidieron a la venerada imagen de Nuestra Señora de los Dolores que la lluvia no impidiera la salida de la primera de las procesiones programadas para celebrar la Semana Santa. Pasaban pocos minutos de las diez de la noche cuando el esperado desfile pudo iniciar su lento recorrido para impregnar de sobriedad las calles de Toro, ciudad que hasta el Domingo de Resurrección celebrará una Semana Santa cargada de «singularidades» y declarada de Interés Turístico Regional.
Numerosos toresanos se congregaron minutos antes de la hora programada para el inicio del desfile en las inmediaciones de la iglesia de San Julián de los Caballeros para esperar la salida de la venerada Virgen de los Dolores, una de las más antiguas de cuantas procesionan en Toro, mientras las asociadas remataban pequeños detalles en el interior del templo para que el desfile fuera perfecto.
Para muchos, una de las estampas más bellas de esta procesión es la salida de la iglesia de San Julián de los Caballeros, momento en el que los toresanos enmudecen para dar paso al recogimiento y al respeto y para contemplar, desde el silencio, el suplicante y sereno rostro de la Virgen. La imagen titular de la Asociación Nuestra Señora de los Dolores fue portada por los hermanos de la cofradía y completó el recorrido trazado por las calles San Lorenzo el Real, plaza Bollos de Hito, Puerta del Mercado, plaza de Santa Marina y calle El Sol, hasta el templo de salida. Los músicos de la Banda Municipal «La Lira», fueron los encargados de abrir la procesión y acompasar con marchas de Semana Santa el lento discurrir del paso.
Las asociadas, ataviadas de riguroso luto y, en algunos casos con mantilla negra, acompañaron en silencio a la imagen de la Virgen. La Asociación Nuestra Señora de los Dolores permitió el pasado año la entrada de hombres en la hermandad y, hasta la fecha, ocho varones han decidido formar parte de esta cofradía, cuyo origen es la «Venerable Congregación de la Orden Tercera de Siervos de María de los Dolores», fundada en el año 1791 por siete eclesiásticos. Un año más tarde, se estrenó la imagen de la Virgen que todavía hoy procesiona y que custodia la iglesia de San Julián de los Caballeros.
Esta cofradía se extinguió en 1844 aunque, 40 años más tarde, renació gracias al apoyo de Amalia Matilla y Ángeles Sánchez. La venerada talla de la Virgen de los Dolores fue esculpida en el año 1792 por el polifacético artista toresano Felipe Gil.
