Zamora/ESPAÑA.- La víspera de la festividad de San Isidro apareció emparedada entre los muros del Espíritu Santo la imagen de un crucificado. Unos muchachos ayudaban a encalar el templo cuando dieron unos golpes a un tabique situado en el muro sur del presbiterio, que sonaba a hueco. Entonces se hizo visible una abertura.
En su interior se encontró «la mitad de una puerta del Sagrario, dos ángeles o figuras análogas, dos piezas pequeñas, sin duda de alguna imagen, dos palmatorias de barro cocido rotas, una pequeña orza sin vidriar y completa, así como otra más pequeña rota, y un crucificado casi de tamaño natural, de madera labrada policromada, y unos cuantos trozos también sin restos de pintura, casi totalmente comidos de carcoma que solo dejó las fibras». Así recogía la noticia EL CORREO DE ZAMORA el 21 de mayo de 1963 . El hallazgo «coincidió» con el repicar de las campanas en el templo, detalla Antonio de Layglesia en la publicación «La Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo del Espíritu Santo» editada con motivo del 25 aniversario de su fundación.
La imagen, que se comenzó a llamar inmediatamente del Espíritu Santo, se localizó de pie apoyada en el fondo y aparecía incompleta, puesto que sus pies habían sido serrados, carecía del brazo izquierdo y tampoco tenía cruz. Estaba coronado de espinas y «sus facciones resultan muy expresivas y reveladoras de gran dolor», indicaba la crónica.
Los expertos, por sus características, datan la obra como realizada en la segunda mitad del siglo XIV y estiman que probablemente el Cristo estuvo situado en un altar lateral del lado de la epístola de la iglesia del Espíritu Santo, formando parte de un calvario, tal y como señala la visita pastoral de 1649. No obstante, ya no aparece reseñado en el inventario de 1847, por lo se pensaba que fue retirado en algún momento entre los años 1649 y 1847.
Entre los motivos que pudieron impulsar a su ocultamiento entre las paredes de la iglesia, la experta María del Carmen García Lucas apunta «los cambios en la estética» iconográfica. Era habitual que las imágenes sagradas se ocultaran emparedadas en los muros en el afán de evitar su destrucción y profanación.
Después de su «redescubrimiento» hubo que proceder a la restauración y reintegración de la figura a cargo del tallista Julián Román Gonzalo «Alito» y del restaurador Fernando Núñez Colodrón. El primero talló la extremidad izquierda de la que carecía y unió los pies, mientras que Núñez policromó las nuevas piezas y realizó una nueva cruz de reminiscencias arbóreas.
Con posterioridad, ya a mediados de los años 80 en el taller de restauración de la Diócesis se efectuó un «fijado puntual de la policromía, una reintegración cromática de pequeñas pérdidas de capa pictórica y un barnizado» y una década más tarde la propia Hermandad sufragó la mejora que «devolvió la obra a sus valores originales», según expone la autora de la última restauración. María del Carmen García Lucas
La Hermandad Penitencial del Espíritu Santo fue fundada en torno al culto de su imagen titular en 1974. Procesionó por primera vez en la Semana Santa de 1975 y lo hizo siempre en la noche del Viernes de Dolores. El Cristo sale en unas sencillas andas iluminadas con tenebrarios que diseñó Antonio Pedrero y que forjó en hierro Miguel Fernández Calles, autor también del campanil que lleva a la campana de Santiago Apóstol o los faroles con los que ilumina su paso la Hermandad. Durante el resto del año, el Cristo permanece al culto en el muro norte de la iglesia del arrabal zamorano.
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