CAMINEO.INFO.- Con motivo de la fiesta de Nuestra Señora de Fátima deseo que podamos
celebrarla poniéndonos en actitud de consagración y siguiendo su
mensaje. Fátima nos llama a la conversión y también a un alejamiento
diario del pecado.
Con el fin de convertir a los impenitentes, el
Ángel primero enseñó a los niños (pastorcitos) el gran valor de
intercesión, puesto que decía que “la consecuencia eterna del pecado
mortal no arrepentido es el infierno”. De ahí la importancia de la
ORACIÓN, SACRIFICIO, CONVERSIÓN.
La Virgen les dijo: “Rezad el
Rosario todos los días. Oren, oren mucho y hagan sacrificios por los
pecadores; porque muchas almas van al infierno, porque no hay nadie que
se pueda sacrificar y orar por ellas… Debemos buscar consolar a Dios
mediante la recepción de la Eucaristía y Adoración… Jesús en la Comunión
recibida dignamente tiene la gracia de salvar almas y consolar a Dios”.
San
Pablo VI dijo en 1967: «Es conveniente que nos consagremos al
Inmaculado Corazón de María, como Madre espiritual De la Iglesia, por su
papel mediador en la salvación del mundo». En medio de un mundo
pasajero, necesitamos acertar con cosas eternas: la penitencia, la
confesión, la Eucaristía, la oración (especialmente el Rosario) y el
sacrificio.
Nuestra Señora de Fátima renueva esta llamada, para permanecer en el estrecho camino hacia el Cielo.