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Monseñor Joan-Enric Vives Sicília.::
«Ave, verum corpus natum de Maria Virgine, vere passum, immolatum, in cruce pro homine». |
CAMINEO.INFO.- Monseñor Joan-Enric Vives Sicília. |
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«Ave, verum corpus natum de Maria Virgine, vere passum, immolatum, in cruce pro homine».Fri, 11 Dec 2009 07:31:00
Monseñor Joan-Enric Vives Sicília. Obispo de Urgell
Monseñor Joan-Enric Vives Sicília.
CAMINEO.INFO.- «Ave, verum corpus natum de Maria Virgine, vere passum, immolatum, in cruce pro homine». Con estas palabras se inicia uno de los himnos eucarísticos más famosos, atribuido al Papa Inocencio VI, en el siglo XIV, y que bellamente musicó W. A. Mozart en 1791 para la fiesta del Corpus. Es una pieza que se canta a menudo y que alaba el verdadero Cuerpo, nacido de la Virgen María, que sufrió realmente, y fue inmolado en la cruz para la salvación del género humano. ¡El Cuerpo de Aquél que esperamos en Navidad y que viene entre nosotros en cada Eucaristía! Sin María no habría podido haber redención de todo lo que es nuestro, de lo humano. Sin María no habría Navidad, ni preparación para la Navidad.
Estamos en Adviento y celebramos un Año sacerdotal, no sólo de los sacerdotes sino de todo el pueblo de Dios, que ama y necesita de los sacerdotes, para que nutran con la realidad misteriosa de este "verdadero Cuerpo, nacido de la Virgen María". A través de los sacerdotes, la Navidad será comunión real con Cristo Encarnado, que sufre y se inmola por la humanidad. Como nos dice el Papa Benedicto XVI, "la relación entre la Virgen María y los sacerdotes está profundamente arraigada en el misterio de la Encarnación. Cuando Dios decidió hacerse hombre en su Hijo, necesitaba del 'sí' libre de una criatura suya ... El 'sí' de María es la puerta a través de la cual Dios ha podido entrar en el mundo y hacerse hombre ... Sacrificio, Sacerdocio y Encarnación van juntos y María está en el centro de este misterio "(Ángelus del 12.8.2009).
La solemnidad de la Inmaculada Concepción nos lleva a dar gracias por este "sí", el "fiat" generoso y único de María a la invitación del ángel: "Que se haga en mí según tu palabra" (Lc 1,38). Y desde aquel sí, amamos a todos los sacerdotes que han dado también su sí en respuesta a la vocación, y especialmente el día de su ordenación sacerdotal. Un sí, que siguen dando cada día, en cada entrega de caridad pastoral, y sobre todo en cada eucaristía, cuando se hace verdad que cada sacerdote es "un don y un misterio", un instrumento de Cristo para que Él pueda hacerse presente en medio de su pueblo como Pan de Vida.
También todos nosotros aprendemos a acoger a Jesús en la acogida que María le dio con toda la pureza de su vida fiel y llena de amor, sin sombra ni corrupción de pecado. La Virgen María, que nos sigue proponiendo "haced lo que Él os diga" (Jn 2,5), nos ayuda a caminar con nuevo impulso en este Adviento que nos prepara para la santidad y para el seguimiento del Hijo de Dios que llega. El Adviento nos lleva a reafirmar que el programa de vida eclesial, ya existe. Es el de siempre, recogido por el Evangelio y la Tradición viva. Se centra, en definitiva, en Cristo mismo, al que hay que conocer, amar e imitar, para vivir en Él la vida trinitaria y transformar con Él la historia humana (cf. Juan Pablo II, Novo mil. ineunte nº 29). La realización de este programa de un nuevo vigor de la vida cristiana nos lo muestra María, pasa por la Eucaristía, y requiere de los sacerdotes.
Navidad está ya a las puertas. Preparémosla con la mirada fija en la Virgen María, nuestra Madre Inmaculada, y encomendemos a los sacerdotes y las vocaciones sacerdotales, tan imprescindibles para recibir a Cristo Eucaristía. Este año la Navidad debe ser mariana, eucarística y sacerdotal.
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