CAMINEO.INFO.- Hace pocos días que hemos dado el último adiós al Arzobispo Joan Martí Alanis, que ahora reposa en la cripta de la Catedral de Urgell, esperando la resurrección de la carne. La Iglesia cuando despide a un hijo difunto ruega confiadamente: "¡Venid en su ayuda santos de Dios, salid a su encuentro ángeles del Señor, recibid su alma y presentadla al Altísimo!". Y así hemos rezado también por nuestro amado Arzobispo Joan, traspasado el día 11 de octubre, día de su nacimiento al cielo, en el preciso momento en que en Roma cantaban las letanías de los santos, durante la ceremonia de canonización de cinco nuevos santos, entre ellos el dominico catalán P. Francesc Coll.
Hoy, gloriosa fiesta de Todos Santos, llenos de esperanza lo volvemos a recomendar a todos los santos y santas de Dios, para que le ayuden a entrar "en la ciudad santa de Jerusalén, que a su llegada lo reciban los mártires y pueda tener un descanso eterno". Alegría por la fiesta de todos los santos, y alegría por la vida bien hecha y acabada del creyente fiel, del humanista y hombre de estado, de la persona buena y el diligente pastor del pueblo de Dios que ha sido el Arzobispo Joan Martí.
Los santos nos ayudan a entrar al cielo, a vivir más de cara a Dios y a "esperar contra toda esperanza" (Rom 4,18). Por esto hoy nos encomendamos a todos los santos canonizados y a todos aquellos otros cuya memoria guardamos por su ejemplaridad. Sus méritos unidos a los de Cristo y la Virgen María, y sus plegarias harán que un día seamos acogidos en la patria celestial. Jesús nos lo prometió: "En casa de mi Padre hay lugar para todos; si no lo hubiera, ¿os podría decir que voy a prepararos sitio? Y cuando habré ido a preparároslo, volveré y os llevaré conmigo, para que también vosotros estéis allá donde yo voy" (Jn 14,2-3).
¡Cómo impresionaba el día de las exequias del Arzobispo Joan, ver su féretro en el suelo, ante el altar, sólo con los Evangelios por tesoro, y la mitra que indicaba su ministerio episcopal, como estandarte; con toda simplicidad y desnudez. Para él, es cierto, las cosas de este mundo ya han pasado, y esperamos que, ayudado por los santos de Dios, obtenga misericordia y vida eterna. Debemos continuar intercediendo por él. En este mes de noviembre que iniciamos hoy, encomendaremos a los difuntos y a nuestro Arzobispo ya traspasado. Él nos continuará cuidando con amor. Sta. Teresa del Niño Jesús, doctora de la Iglesia, afirmaba: "Yo no muero; entro en la vida... Pasaré mi cielo haciendo el bien a la tierra". ¿Por qué nuestro Arzobispo Joan tendría que ser distinto?
Adormecido por el sueño de la muerte, reposa ahora en la Catedral, en el mismo lugar dónde hace 38 años, postrado y humilde, con oración intensa, suplicaba que le fuera dado el Espíritu Santo para servir al pueblo de Dios como Obispo y Pastor solícito. Entonces fue acompañado por toda la Comunidad diocesana que intercedía por su nuevo Pastor. Y le acompañaba toda la Iglesia de Urgell para que aquel joven sacerdote tarraconense pudiera ser digno sucesor de S. Justo, de S. Ermengol, de S. Odón, y de los santos obispos de Urgell. También ahora nosotros y la Iglesia celestial continuamos acompañándolo con nuestros sufragios eficaces ante Dios, para que el Señor, compadeciéndose de él, le otorgue el premio merecido como a los siervos fieles y prudentes a quienes el Dueño pone al frente de su familia, y llenándole de Espíritu Santo le dé vida por siempre jamás. ¡Que descanse en paz!