CAMINEO.INFO.- He tenido la oportunidad de poder participar, el primer fin de semana de septiembre, en el Encuentro por la Paz en Cracovia y Auschwitz (Polonia), que organizaba la Archidiócesis de Cracovia y la querida Comunidad de San Egidio, coincidiendo con el aniversario del inicio de la Segunda Guerra Mundial, la tragedia más grande que ha sufrido la humanidad. Se ha reflexionado sobre "Hombres y Religiones en diálogo", y ha reunido a muchos líderes religiosos, políticos y culturales de todo el mundo, para reflexionar, dialogar y rezar por la Paz, siguiendo el espíritu que Juan Pablo II inauguró en Asís con el primer Encuentro de líderes religiosos del año 1986.
Ha sido muy emotivo –además de las sesiones de apertura y de clausura, el día de talleres de reflexión y debate, el día de ayuno en comunión con los musulmanes que celebraban el Ramadán–, la peregrinación al campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau, donde se realizó una ofrenda por los centenares de miles de muertos en aquel lugar de horror para judíos, polacos y rusos, gitanos y otros grupos étnicos y políticos que el régimen nazi quería exterminar totalmente.
Al final del Congreso "Hombres y Religiones", los presentes firmamos una “Llamada por la Paz” orientadora para todos, tras los horrores de la Guerra Mundial.
• Reclama no olvidar que estamos obligados a hacer crecer un humanismo de paz.
• Rinde homenaje a la memoria de Juan Pablo II, hijo de Polonia, que ha sido maestro de diálogo y testigo tenaz de la santidad de la paz, capaz de dar una visión profética en tiempos difíciles: el espíritu de Asís, que ha soplado en muchos cambios pacíficos del mundo. Así, en 1989, pronto hará veinte años, se hundía la dictadura comunista y muchos pueblos volvían a encontrar su libertad.
• El amor por la paz nos hace exclamar: "Nunca jamás la guerra!". Demasiada gente ha creído que la violencia y la guerra podrían resolver los problemas y los conflictos de este mundo. A menudo se olvida la amarga lección de la Segunda Guerra Mundial y el abismo de mal dónde cayó la humanidad. ¡No se puede olvidar tanto dolor!
• Hay que mirar los males actuales de nuestro mundo: pueblos en guerra, pobreza, terrorismo, tantas víctimas del odio. Pueblos enteros rehenes de la guerra y de la pobreza, muchos dejan sus casas, muchos han desaparecido y han sido secuestrados, o viven en la inseguridad.
• Vivimos la crisis de un mercado que se creía omnipotente, y una globalización a menudo sin alma y sin rostro. La globalización es una ocasión histórica, aunque a menudo hayamos preferido vivirla en una lógica de enfrentamiento de civilizaciones y religiones. No hay paz para el mundo cuando muere el diálogo entre los pueblos. ¡Ninguna persona, ningún pueblo es una isla!
• Las diversas tradiciones religiosas, en sus diferencias, proclaman juntas con fuerza que un mundo sin espíritu no será nunca humano. Estas tradiciones señalan el camino de vuelta hacia Dios, que es el origen de la paz. ¡El espíritu y el diálogo darán alma a este mundo globalizado!
• Y se valora y se opta por el diálogo. Un mundo sin diálogo será esclavo del odio y del miedo al otro. Las religiones no quieren la guerra y no quieren ser usadas para la guerra. Hablar de guerra en aras de Dios es una blasfemia. La humanidad siempre se ve derrotada por la violencia y el terror. El espíritu y el diálogo indican el camino para vivir juntos en paz. Nada se pierde con el diálogo. El diálogo escribe mejor la historia, mientras el enfrentamiento abre abismos. El diálogo es el arte de vivir juntos. El diálogo es el don que queremos ofrecer al siglo XXI.