CAMINEO.INFO.- “Salió el sembrador a sembrar...” así empieza la parábola de las parábolas de Jesús, que nos ilumina mucho en el momento de recomenzar el trabajo pastoral. Me inspiro en las recomendaciones que el P. Josep M. Feliu s.j. daba a los sacerdotes en un reciente retiro a los sacerdotes de nuestra Diócesis.
1.Intensificar la intimidad con el Señor. Jesús nos dice que estará siempre con nosotros (Mt 28,20), y nosotros nos sentimos solos. Entonces añade que con Él lo podemos todo (Fil 4,13) y no nos acabamos de fiar. Él se pone a nuestro lado y anda con nosotros; cuando nos detenemos, Él también se detiene, y nos ofrece lo que es más suyo; no un triunfo o un aplauso por parte de la gente; todavía menos nos habla de premios a los que se porten bien. Lo que hace es darnos el don más preciado: nos ofrece beber de su mismo cáliz, como hacen los enamorados, que beben de la misma copa; y nos dice que no esperemos demasiado resultados concretos, visibles; algunos ya vendrán cuando corresponda, pero otros quizás no son los que Él quiere (Mt 20,22). Hoy la sociedad necesita sacerdotes, religiosos y laicos, más unidos con Dios que nunca.
2 . Estar todos más cerca de la gente y que puedan ver cómo vivimos. Teológicamente a esto se le llama Encarnación, aquello que Jesús sólo empezó, dejando que con el ejemplo personal y con el testimonio, fuésemos completando la parte de la tarea que nos ha sido confiada (Col 1,24). Hoy, más que en otros tiempos, estar con la gente significa no esperar a que vengan, que quizás no vendrán, sino sobre todo ir a las encrucijadas y a las fronteras, lugares que siempre están llenos de gente, o bien acudir a los lugares donde hay personas en situaciones difíciles. Porque si la gente no viene, tenemos que ir nosotros allá donde estén... Y que conozcan la bondad, la sencillez y la alegría de nuestra vida, que esta es la predicación más eficiente (Mt 5,16). Hay que mostrar las convicciones y el testimonio no impositivo, y con frecuencia ésta es y será nuestra principal predicación. Así descubriremos bondades escondidas. Y cuando convenga lavar los pies a la gente, hacerlo como quien no hace nada, ya que Jesús lo hizo primero, y nos daba ejemplo.
3. Paciencia, saber aguantar y cuando haga falta sufrir... Si queremos evangelizar nos tenemos que ir acostumbrando al pequeño milagro de un silencio que a veces parece interminable, como el de los años de Nazaret, treinta años de sus treinta y tres en la tierra, cuando Jesús, la Palabra encarnada, callaba pero iba creciendo. Porque la fuerza de la gracia se manifiesta sobre todo en tiempo de silencio aparente por parte de Dios. Que Jesús crezca en nosotros mientras nosotros disminuímos (Jn 3,30), como deseaba y enseñaba el Bautista, una lección que quizás todavía no hemos entendido del todo. Este es el calendario de Dios donde todo está bien apuntado y donde las cosas se van sucediendo en el momento oportuno. Y si llega el momento de hablar y de denunciar, que puede llegar y seguramente llegará de vez en cuando, pues hacerlo pensando sólo en ayudar a las personas y evitando en todo lo posible herir, que esto hoy no lleva a ninguna parte. Dulzura e inteligencia. Paz y serenidad.
4 . Amar llenos de esperanza. No hay nada más cristiano que esperar. Nosotros mismos somos el resultado del sueño esperanzado de Jesús, que todo lo confiaba al Padre. Soñemos, pues, que ello nos da identidad, y hagamos que la gente sueñe. Necesitaremos toda la inventiva del mundo y especialmente hoy nos hará falta mucha paciencia, porque algunas cosas se han puesto difíciles y en pendiente; pero en gran parte el reto es éste. Y mientras corremos nuestra etapa de esta carrera apasionante que es la vida, hoy se nos ofrece la gran oportunidad de hacer no una nueva Iglesia pero sí renovar a fondo la que ya formamos y nos ha sido confiada. Una Iglesia acogedora, que aporta sentido y esperanza, que muestra hasta dónde llega el amor de Dios.