CAMINEO.INFO.- Necesitaremos un cierto tiempo para reflexionar sobre las enseñanzas de la tercera Encíclica del Papa Benedicto XVI, “La Caridad en la Verdad”. De momento aporto algunas novedades y desafíos de la Encíclica social que acaba de ofrecernos Benedicto XVI.
1.- La Encíclica considera que la verdad y el amor tienen una fuerza social fundamental. Son fundamentales para la organización social y ejercen una función de "purificación" para la economía y la política. La novedad más importante es que la "cuestión antropológica" pasa a ser claramente "cuestión social" (28, 44 y 75), puesto que “el recibir precede al hacer". Por esto propone una verdadera "conversión" hacia una nueva sabiduría social. Ya que la sociedad tiene necesidad de verdad y amor, y el cristianismo es la religión de la Verdad y el Amor, “la mayor ayuda que la Iglesia puede dar al desarrollo es el anuncio de Cristo". Une anuncio y acción social.
2.- En el contexto de los derechos y deberes, hace falta una conversión para ver la economía y el trabajo, la familia y la comunidad, la ley natural depositada en nosotros y la creación puesta ante nosotros y para nosotros, como una “llamada” porque, según la doctrina cristiana, el desarrollo es una "vocación" que implica una asunción solidaría de responsabilidades en orden al bien común.
3.- Por primera vez en una encíclica social, el derecho a la vida y a la libertad religiosa encuentran una explícita y consistente posición en relación al desarrollo. La procreación y la sexualidad, el aborto y la eutanasia, las manipulaciones de la identidad humana y la selección eugenésica vienen valorados como problemas sociales de principal importancia que, si son gestionados según una lógica de pura producción, deforman la sensibilidad social, minando el sentido de la ley, corrompen la familia y hacen difícil la acogida del débil. Y subraya que no será ya posible implementar programas de desarrollo sólo de tipo económico-productivo si no tienen sistemáticamente en cuenta también la dignidad de la mujer, de la procreación, de la familia y de los derechos del concebido.
4.- La ecología medioambiental ha de liberarse de algunas hipotecas ideológicas (presentes en muchas versiones del ecologismo) que desatienden la inicial dignidad de la persona humana y consideran la naturaleza sólo de manera materialista, producida por la casualidad o la necesidad. La obstinación por el medio ambiente no será plenamente fructífera si no se asocia sistemáticamente al derecho a la vida de la persona humana, primer elemento de una ecología humana que haga de marco de sentido para una ecología medioambiental.
5.- Novedad absoluta también el tratamiento que la encíclica hace del problema de la técnica que a menudo desemboca en una mentalidad que puede denominarse "tecnicidad". El riesgo es reducirlo todo a puro hacer, y caer en la cultura nihilista y relativista. Debemos buscar una nueva perspectiva sobre el hombre que sólo el Dios que es Verdad y Amor puede darnos. Verdad y amor son gratuitos, superan la simple dimensión de la viabilidad y nos abren a la dimensión de lo no disponible. Es así como la reciprocidad propia de la fraternidad entra plenamente dentro de los mecanismos económicos y es motivo de redistribución, de justicia social y de solidaridad. En este contexto, la gratuidad de la verdad y el amor conducen hacia el verdadero desarrollo también porque eliminan reduccionismos y visiones interesadas. La atención se dirige una vez más al hombre concreto, objeto de verdad y de amor, y él mismo capaz de verdad y amor.
