CAMINEO.INFO -Valencia/ESPAÑA- Europa, y muy en concreto España, ha vivido tres grandes fases históricas: sociedad de tradición, sociedad de transición y sociedad de saturación; o mejor, para entendernos más: sociedad de implantación estática en el mundo, sociedad de progreso dinámico hacia un futuro nuevo y sociedad de descolocación en el mundo sin orientación en el tiempo.
Y todo ello porque el pasado ha perdido su prestigio social, el futuro aparece amenazador y el presente no ofrece proyectos morales y espirituales que permitan al ser humano pensar la vida como proyecto, ejercerla como misión y andar hacia una meta que le merezca la pena.
¡Qué tremenda es esta situación! Tener todos los medios y carecer de fines; tener todos los caminos para avanzar hacia delante pero no saber qué metas le merecen la pena.
Abrir el corazón
Cuando iniciamos el mes de julio, quiero entrar en un diálogo con todos los miembros de la Iglesia y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad que queráis abrir el corazón a estas conversaciones incluyendo el silencio y la oración.
Que la gracia y la paz de Jesucristo esté siempre en vuestra vida, acompañe vuestra existencia y os haga imagen viva de su amor para todos los que comparten el día a día con vosotros.
Os propongo que mantengáis conversaciones juntos entre vosotros, pero también en la soledad y en el silencio de vuestra vida y también, necesariamente, conversación con Dios. Se tratan de conversaciones de fondo y de fundamento.
Os propongo tres, no porque sean las más importantes, pues también hay otras, pero éstas son significativas: sobre el vacío espiritual, sobre la familia, sobre la enseñanza de la religión.
1. Os invito a que entréis en la reflexión sobre el vacío espiritual que puede engendrar una cultura cuando en ella se da amnesia cultural, agnosticismo intelectual, anemia ética o asfixia religiosa.
¿Cómo ha de recorrer la Iglesia el camino por el que va con sus contemporáneos en esta situación? ¿Qué gran servicio debe realizar? ¿Qué humanismo verdadero debe prestar?
Hay que proponer directamente a Jesucristo y vivir la fe sin reducciones de ningún tipo. Es la gran respuesta, la única que existe para este drama como es el vacío espiritual del ser humano. Los cristianos, hoy, hemos de tener coraje y valentía, pues existen dos tentaciones graves: disolvernos en medio del mundo siendo una cosa más de las múltiples que existen y olvidando que somos “sal de la tierra y luz del mundo” o, también, elaborando unas murallas para sobrevivir nosotros pero sin meternos de lleno en el mundo que es, justamente, la misión que nos ha dado el Señor: “id al mundo entero y anunciad el Evangelio”.
Las murallas se elaboran siempre desde la ideologización de la fe, anclándonos en algo que no es siempre Jesucristo.
¿Cómo hacer hoy el camino? Tenemos que anunciar a Jesucristo sin más, como la novedad más grande. Hemos de ser testigos del Señor, hombres y mujeres de experiencia de encuentro con Él. Ésta es la gran noticia que se tiene que conocer. Y hemos de hacerlo con, en y desde la Iglesia que fundó el Señor.
2. Os invito a reflexionar sobre el lugar del matrimonio y la familia cristiana, esa comunidad de amor que tiene la misión de custodiar, revelar y comunicar el amor. Observad y valorad bien esos cuatro cometidos fundamentales que tiene: la formación de una comunidad de personas, el servicio a la vida, la participación en el desarrollo de la sociedad y también en la vida y misión de la Iglesia.
Es muy importante que en este momento histórico, eduquemos la conciencia moral que es precisamente la que hace a todo ser humano capaz de juzgar y discernir los modos más adecuados para realizarse según su verdad original y que, por tanto, se convierte en una exigencia prioritaria e irrenunciable.
Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza, lo ha llamado a la existencia por amor y lo llama al mismo tiempo al amor. La institución matrimonial no es una ingerencia indebida de la autoridad o de la sociedad, sino exigencia interior del pacto de amor que encontramos en el proyecto original de Dios acerca del matrimonio y de la familia y que encontramos inscrito en todas las culturas.
El matrimonio no puede ser contraído más que por personas de diverso sexo: una mujer y un varón. Sepamos en este momento histórico fundamentar y ser fieles a los significados unitivo y procreativo de la sexualidad humana, desde la realidad antropológica de la diferencia sexual y de la vocación al amor que nace de ella, abierta a la fecundidad. Esto no está exento de comprensión a toda situación humana.
Anunciad el Evangelio
3. También os incluyo una reflexión sobre la enseñanza de la religión, tan sometida a debate en lo que se refiere a si debe estar o no presente en la formación de los niños y jóvenes en la escuela.
Os hago esta pregunta, ¿qué pueden comprender tus hijos sin la religión? ¿Sería completa e integral su experiencia humana? Incide en esta reflexión que te propongo a través de una historia real. Se trata de la que Jean Jaurés (1858-1914), autor de la “historia socialista de la república francesa” en trece volúmenes, ofrece en una carta que puede motivar esta reflexión.
Un día recibe una carta de su hijo que le pedía un certificado para ser eximido de la clase de religión. La respuesta del padre fue contundente: “Amado hijo: me pides que te exima de cursar religión para parecer digno hijo de un hombre sin convicciones religiosas. Este certificado, amado hijo, no te lo envío ni te lo enviaré nunca.
No es que desee que seas clerical, a pesar de que no hay peligro alguno. Cuando tengas edad suficiente para juzgar serás completamente libre, pero tengo un decidido interés en que tu instrucción y educación sean completas y no lo serían sin estudio de la religión…
¿Cómo lo sería sin un conocimiento suficiente de las cuestiones religiosas, sobre las que todo el mundo discute? ¿Querrías tú, por ignorancia voluntaria, no poder decir ni una palabra sobre este asunto, sin exponerte a decir un disparate?... Y ¿qué comprenderás de la historia de Europa y del mundo entero después de Jesucristo, sin conocer la religión, que cambió la faz del mundo y produjo una nueva civilización?... Tengo que confesarlo, la religión está íntimamente unida a todas las manifestaciones de la inteligencia humana… Esta carta te sorprenderá. Pero, es necesario, hijo mío, que un padre diga siempre la verdad a sus hijos. Ningún compromiso me podría excusar si permitiese que tu instrucción fuera incompleta y tu educación insuficiente”. ¿Qué os parece? ¿Qué les dices a vuestros hijos? ¿Por qué? ¿Podéis eximiros de esta responsabilidad y de dar respuesta?
Como pastor de la Iglesia en Valencia os pido que reflexionéis sobre estas cuestiones, que entréis en conversaciones de fondo y que no tengáis miedo a anunciar el Evangelio.
Con gran afecto y mi bendición
Carlos, arzobispo de Valencia.