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Portada:: Habla el Obispo:: Cardenal Carlos Osoro Sierra:: En el camino de tu vida di siempre "Ave María"

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CAMINEO.INFO.-




En el camino de tu vida di siempre "Ave María"

Mon, 17 May 2010 13:30:00
 

CAMINEO.INFO -Valencia/ESPAÑA- En este mes de mayo, la Iglesia saluda a la Virgen María de una manera especial. María por medio de la fe se confió a Dios sin reservas y se consagró totalmente a sí misma, a la persona y a la obra de su Hijo. En este mes, la Iglesia quiere recordar cómo en su Concepción inmaculada contempla la proyección anticipada de la gracia salvadora de la Pascua y que en el hecho de la Encarnación encuentra unidos indisolublemente a Cristo y a María. La que pronuncia el primer fiat de la Nueva Alianza, prefigura su condición de esposa y madre. Quiero hacerte una confesión especial al comenzar esta reflexión: ¡Feliz la que ha creído! Feliz la mujer a quien dirigimos estas palabras tantas veces en nuestra vida: Ave María.

¡Cuánto me gustaría que entendieseis porqué el Señor en María se acerca de una manera singular a cada uno de nosotros! Quizá lo podamos entender si observamos la relación privilegiada que tuvo el Señor con el Apóstol Juan. Un muchacho joven al que Jesús quiso dar un protagonismo especial. Siempre digo que hay páginas del Evangelio que son paradigmáticas y esas páginas en las que aparece Juan y Jesús, para mí personalmente, lo son. Jesús quiso de Juan que fuese un “testigo y apóstol”. Y quizá por eso le puso tan cerca de la primera testigo y apóstol, la Virgen María. La misma que en las bodas de Caná se convirtió en la primer testigo de su Hijo y en la primera misionera que, viendo las necesidades de los demás, se convirtió en aquel momento en un apóstol.

La presencia de María en medio de Israel, que fue tan discreta y que pasó casi inobservada a los ojos de sus contemporáneos, era un resplandor ante Dios, pues la había asociado al plan de salvación que abarcaba toda la historia de la humanidad. Hoy sentimos la necesidad de poner de relieve la presencia singular de la Madre de Cristo en la historia y en la vida de los hombres. ¡Qué importante ha sido el que los valencianos hayamos puesto en el centro de nuestro itinerario como pueblo a la Virgen María, en esta advocación entrañable con la que nos dirigimos a Ella, Mare de Déu dels Desamparats!

Hace muy pocos días lo podíamos contemplar en su fiesta, en la que todos nos colocábamos junto a la Madre, la misma que nos dio a conocer a Jesucristo. Y en torno a Ella, animados por su presencia, tomamos la decisión de “hacer lo que Él nos dice”, porque junto a Él se esclarece nuestro propio misterio de hombres. Este momento singular de la historia que vivimos requiere, de un modo especial, del aliento de María para vivir como “testigos y apóstoles”. Nos proponemos cambiar este mundo, pero con la vida y el método que Dios mismo nos ha regalado y que tan profundamente aprendemos en la “escuela de María”. ¡Cuánto me gustaría que a través de cada uno de nosotros, hijos de María y por ello “testigos y apóstoles”, otros conozcan a Jesucristo!

Para ti y para todos los cristianos quiero que estas palabras, Ave María, sean todo un proyecto de vida. El momento decisivo fue la anunciación, pues es cuando María se ha abandonado completamente en Dios. Cuando digas “Ave María”, identifícate con María en su respuesta a Dios, lo hace con todo su ser. Pídele a Ella que tú también respondas a Dios con todo tu ser .

Os hago una propuesta: por un instante regresad a aquél momento de la historia, supremo momento, en el que hace XXI siglos, Dios se dirige a nuestra Madre la Virgen María y le da este saludo: “¡Ave María!”, “¡Alégrate María!”. Dios desea que tenga la alegría mesiánica. No era una alegría de haber triunfado en la vida, no era la alegría nacida de nosotros mismos, por el triunfo humano obtenido. Es la alegría que se produce en el Ser humano cuando Dios se acerca a su vida y le hace caer en la cuenta de quién es de verdad y qué es lo que tiene que hacer. Es la alegría de haber encontrado salida para uno mismo y para los demás. Es la alegría que produce el saber que Dios, Creador de cuanto existe, cuenta conmigo para algo muy importante, lo más importante.

¿Qué quiero decirte con esto? ¿Qué quiero comunicaros con el deseo de que regreséis a aquel momento supremo de encuentro de María con Dios? Pues que a pesar de haber transcurrido XXI siglos, hoy, nosotros aquí, volvemos a escuchar aquellas mismas palabras dirigidas a la Virgen María, porque en María Madre esas palabras van dirigidas a sus hijos que somos nosotros y es Palabra de Dios para nosotros hoy. Hoy el Señor también a nosotros nos dice: regocíjate, vive feliz, has triunfado. El Señor nos entregó a su Madre como Madre nuestra. Lo que es de una Madre es de sus hijos. Así como nosotros mientras estamos en el vientre de nuestra madre vivimos de su vida, así sucede a nivel de fe, vivimos de la vida de María, nuestra Madre. A Ella y en Ella, a nosotros se nos dice: “¡Ave! ¡Alégrate!”.

¿Por qué la alegría y el triunfo? En María es la invasión del Amor de Dios que quiere contar con Ella para que protagonice el dar rostro humano a este Dios en el Hijo. Es la alegría de una humanidad que descubre que de no tener salida, ahora tiene todas. Y su alegría es nuestra alegría. Su triunfo es nuestro triunfo. ¿Os dais cuenta cómo caminamos los hombres por esta historia? En el mundo occidental estamos tentados a dar la espalda a Dios y nos creamos nuestros propios dioses. Unos dioses de barro que se amenazan unos a otros con propuestas egoístas. Sin embargo, en este mundo, van surgiendo cada día más hombres y mujeres, y por supuesto los más pobres, que ya no se fían más que de Dios y necesitan de este Dios cercano que hizo que lo divino se humanizara y así lo humano fuese divino.

Sois cristianos por la gracia de Dios. Hoy se nos dice como a nuestra Madre María, “¡Ave! ¡Alégrate!”. Sí, pon tu nombre aquí... y “alégrate”. Jesucristo Nuestro Señor te ha visitado, te quiere, desea contar contigo. No le des la espalda. Entrégale la vida. Prueba lo que es abrirse a la vida y a la alegría que da Dios. Haz de este mundo una tierra habitable, donde lo humano se divinice y adquiera plenitud humana. Lucha por implantar la alegría de Dios que nada tiene que ver con los egoísmos, la violencia, el rencor, la guerra, la no valoración de la persona humana, la falta de respeto a su dignidad, los enfrentamientos egoístas. Tienes un arma para esta lucha: deja entrar a Jesucristo en tu vida, es decir, que entre la “Alegría” como entró en la Virgen María. ¿Estamos dispuestos a ser vehículos de esta alegría? ¡Ave María!

Con gran afecto, os bendice

+ Carlos, Arzobispo de Valencia







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