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Portada:: Habla el Obispo:: Cardenal Carlos Osoro Sierra:: San Vicente, un mártir también en nuestro tiempo

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San Vicente, un mártir también en nuestro tiempo

Fri, 22 Jan 2010 10:01:00
 

CAMINEO.INFO -Valencia/ESPAÑA En estas fechas en las que celebramos la fiesta de San Vicente Mártir quiero proponeros el seguimiento de su vida más íntima, como a alguien a imitar también en nuestro tiempo. San Vicente Mártir no es un santo pasado de moda, entre otras cosas porque ningún santo pasa de moda, pues su comunión de vida con el Eterno le hace siempre actual. Las actas que poseemos sobre el martirio de San Vicente son tardías, pero concuerdan en lo sustancial y en muchos detalles con el himno de Aurelio Prudencio y con todos los panegíricos que le dedicó San Agustín. De tal manera que se convierte en un santo con una actualidad especial para nuestros días. También nosotros tenemos que dar testimonio de Jesucristo, si llega el caso hasta dar la vida.

Siempre es bueno recordar que los santos y mártires han sido personas reales, de carne y hueso. Todos sabemos que San Vicente desde muy joven sirvió a la Iglesia. En Zaragoza se encontró con el Obispo Valerio quien encontró en este joven un buen colaborador, que con un grupo numeroso de cristianos estaban decididos a todo menos a renegar de la fe. Fue ordenado diácono y en la persecución de Daciano son encarcelados, entre otros muchos, Valerio y Vicente. Pero no se atrevió a juzgarlos allí y como Daciano se marchaba a Valencia se los llevó consigo presos. Ya en Valencia fueron conducidos ante un tribunal, San Vicente fue muy claro: “no creemos en vuestros dioses. Sólo existe Cristo y el Padre, que son un solo Dios. Nosotros somos siervos suyos y testigos de esa verdad. Arráncame si puedes esta fe”. Del obispo Valerio anciano se desentendió y lo desterró, no así del diácono Vicente que fue sometido a los tormentos más terribles: el potro o ecúleo, los garfios y tenazas, el fuego. En todos esos momentos San Vicente decía: “Te equivocas si piensas que me castigas desgarrando estos miembros, mientras no puedes manchar el alma libre e intacta. Te empeñas en romper un vaso de tierra, por otra parte frágil, que de todas formas ha de quebrantarse pronto”. Vicente resistía todas las pruebas porque Dios le ayudaba, hasta la prueba del fuego. Y así fue encerrado en el calabozo hasta que Dios le llamó consigo.

San Vicente es un mártir para nuestro tiempo. Ante vidas como las de San Vicente, ¡qué bueno es recordar algunos aspectos que creo son de especial importancia! En primer lugar, el término en sí mismo, “mártir” que se deriva del griego “martys” y que en lengua profana significa “testigo”. Este término de “mártir” es el que desde los siglos II y III nos habla de una persona que ha dado testimonio a favor de Jesucristo y de su doctrina con el sacrificio de su propia vida. En segundo lugar, la palabra mártir aparece en el Nuevo Testamento en un sentido menos restrictivo que en el s. II y III, con bastante frecuencia en una acepción muy original, en el sentido ordinario de testigo. Es verdad que en el Nuevo Testamento, esta palabra designa a un tipo particular de testigos, pues habla de los Apóstoles, que son los que pueden testimoniar por experiencia propia la vida, la muerte y muy especialmente la resurrección de Cristo. Ellos son testigos, podríamos decir, oficiales de la muerte y resurrección de Cristo. Pero el término “martys” se acerca más al significado primero. ¡Qué bueno resulta recordar el texto de Mc 13, 9: “Os entregarán a los tribunales, seréis azotados en las sinagogas y compareceréis ante los gobernadores y los reyes por causa mía, en testimonio (martyrion) para ellos”! A partir del s. IV hay una clarificación muy precisa de quien es el mártir y cuándo se debe utilizar esta palabra, pues distingue entre los que han sufrido por su fe, que son los confesores de la fe y los que han sacrificado su vida por la fe. Es precisamente a estos últimos a quienes se les llamará mártires.

¿Quién fue San Vicente Mártir y quién puedes ser tú? Un mártir es siempre una vida ejemplar. Reflexionemos sobre él:
1) Un hombre que tuvo una oportunidad privilegiada de atestiguar su fe y que aprovechó aquella oportunidad. Hace falta mucho amor a la persona de Jesucristo para hacer esto. Ante las adversidades de su época, ante los tormentos a los que fue sometido, solamente tenía una palabra, un amor, Jesucristo.
2) Un hombre que fue testigo de Jesucristo, no solamente por su confesión de fe, sino también por su vida y con su muerte. De tal manera, que decidió imitar con su vida histórica la obra y la muerte salvífica de Jesucristo nuestro redentor. San Vicente se convierte en un testigo por excelencia. En su cuerpo descubrimos la misma experiencia que la de Jesucristo.
3) Un hombre cuyo testimonio no es sólo una manifestación humana, sino el testimonio del mismo Espíritu Santo y, por ello, sumamente precioso, que nos recuerda aquella expresión del Evangelio que Jesús dirige a los discípulos primeros: “Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros” (Mt 10, 19-20).
4) Un hombre del que su testimonio del martirio adquiere, en términos psicológicos, una eficacia muy particular, puesto que la profesión oral que ofrece resulta confirmada con la vida y muy especialmente con su muerte. Una muerte que le llega perdonando a todos, devolviendo el mismo amor de Dios a todos los hombres que le arrebatan la vida corporal.

Es verdad que Cristo es el prototipo de los mártires. Precisamente porque la muerte salvífica de Cristo en la cruz es de una importancia fundamental se comprende fácilmente por qué ha habido mártires en la Iglesia y, como dice el Concilio Vaticano II, los seguirá habiendo. Y es que Cristo exhortó muchas veces a los que le escuchaban a tomar la cruz y a seguirlo por el camino real de su pasión. ¡Qué bien resuenan estas palabras ante la contemplación del martirio de San Vicente! “El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí; el que encuentre su vida la perderá, y el que la pierda por mí la encontrará” (Mt 10, 38-39); “En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, produce mucho fruto. El que ama su vida la pierde y el que odia su vida en este mundo la conservará en la vida eterna. Si alguno se pone a mi servicio, que me siga, y donde esté yo allí estará también mi servidor” (Jn 12, 24-26). Además, los cristianos en virtud de nuestro Bautismo tenemos que estar siempre dispuestos a ofrecer la vida por Jesucristo. Asociarnos a Él en la entrega de nosotros mismos hasta la muerte, es el modo más noble de seguirlo.

Valencia tiene una herencia en San Vicente Mártir muy hermosa. Es la herencia a vivir del Amor mismo de Dios. Estamos en una tierra que tiene vocación martirial y por tanto con capacidad para hacer grandes giros en la historia, pues estos si son verdaderos se hacen con el Amor de Dios. El martirio y la vocación martirial no son el fruto de un esfuerzo o de una deliberación humana, sino la respuesta a una iniciativa de Dios, que invita a este testimonio de Amor (que es su mismo Amor) y queda plasmado este Amor en la persona llamada confiriéndole capacidad de vivir desde ese Amor. Desde la Valencia del siglo III al siglo XXI, en que nos encontramos, no ha cesado la devoción al joven Vicente, a San Vicente Mártir, cuyo testimonio ha trascendido los países, los continentes y los siglos. Cada época es una oportunidad para ofrecer nuestro testimonio. Es cierto, San Vicente es un mártir también para nuestro tiempo.

Con gran afecto y mi bendición

+ Carlos, Arzobispo de Valencia







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27-01-2010, Camino de San Vicente Mártir

La Asociación VIA VICENTIUS VALENTIAE , que presido , está recuperando un camino histórico de Roda de Isábena a Valencia que rememora los pasos de San Vicente Mártir , el gran santo aragonés, cuando en el siglo IV fue apresado en Caesar Augusta junto al Obispo Valero por los soldados romanos enviados por el Cónsul Daciano y trasladado a Valencia para sufrir martirio ante la negativa a renunciar a su fe. Así la difusión del conocimiento de este hecho provocó en los siglos siguientes una corriente de peregrinaciones desde toda Europa hasta Valencia para visitar los restos del mártir , convirtiéndose este fenómeno en algo muy anterior a las peregrinaciones medievales a Santiago de Compostela.





Todos los detalles del Camino de San Vicente Mártir, que discurre desde Roda de Isábena,

Salvador Raga

caminodesanvicentemartir@hotmail.com


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