CAMINEO.INFO -Valencia/ESPAÑA- Después de haber vivido la Navidad, quiero animarte a que, al comenzar este año 2011, tengas el atrevimiento de dar a Dios un “sí” como el de María. Hazlo para anunciar a Jesucristo. Nuestro mundo, nuestra historia, los hombres necesitan a Jesucristo.
Antes de escribirte estas líneas, lo he pensado mucho. No te tomaría en serio si no te hiciera esta invitación. Por mi parte, creo que sería una falta grave a tu dignidad de persona y de ser humano, que se abre a este mundo y quiere servir a los demás, si no te hiciese esta proposición con pasión y con alegría: en este año que acabamos de comenzar da un “sí” a Dios, aquél mismo “sí” que dio Santa María, y dalo con la misma fuerza y convicción que demostró Ella hace XXI siglos y que sigue demostrando hoy. ¿Por qué te digo esto? Hay muchas razones que me mueven a hacerte esta propuesta. Te planteo algunas:
1. Mira cómo los hombres buscan la libertad. Observa cómo lo hacen de modos muy diferentes. No existe tal libertad más que cuando se acoge la verdad que nos hace libres. Esa verdad es Jesucristo. Él es el Camino, la Verdad y la Vida.
2. Los hombres buscamos sentido a la vida. Es cierto que lo hacemos de modos muy distintos. Incluso, hay situaciones en las que ni siquiera parece que se busque ese sentido. En Jesucristo, en cambio, se nos ofrece, a través de la Encarnación más plena en el mundo y de la trascendencia más elocuente, el sentido profundo que tiene la vida. Se nos ofrece en Jesucristo la belleza más grandiosa del hombre, al unirse en Él lo humano y lo divino, y al ver cómo desde Él, con Él y por Él, eso sucede en nosotros.
3. Mira cómo los hombres han tomado la decisión de esconder a Dios. Esto lleva consigo la destrucción del hombre. El hombre sin Dios no es nada. El hombre, haciéndose el mismo dios, se destruye a sí mismo y destruye a los demás. Hay que volver a poner a Dios en el centro del hombre y de la historia. Hay que devolver a Dios lo que es suyo. El hombre es imagen y semejanza de Dios. Por ello, el “sí” de María fue el modo más original de dar rostro a Dios en este mundo.
4. Los hombres buscan sabiduría humana y respuestas a sus preguntas y a sus necesidades. Jesucristo nos ofrece un horizonte de verdadera sabiduría y la respuesta a todas las preguntas humanas, sin necesidad de eliminar la fe para el diálogo con la ciencia.
5. Los hombres buscan la amistad y la compañía. Jesucristo nos otorga la gracia de que, si queremos, Él nos acompaña y nos incorpora a su Pueblo, el que Él ha fundado. Y lo hace a través de la pertenencia a una comunidad concreta.
Éstas, y otras muchas razones, hacen que oír la respuesta de María sea para todos nosotros una manera de iniciar el año nuevo con una originalidad única: “Dijo María: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38). Te animo, pues, a decir a Dios “sí” con la misma fuerza de convicción con que lo hizo nuestra Madre Santa María.
El “sí” que dio María a Dios me ha hecho descubrir, a través del tiempo, que nos encontramos en la vida como con varios tipos de personas: pesimistas, pasotas, mediocres y valientes. Mi pregunta, que va directa a tu corazón, es ésta: ¿Cómo eres tú? ¿En qué grupo te encuadras? ¿Hacia dónde te inclinas en el hacer diario de tu vida?
Examínate desde tu interior. El pesimista es quien renuncia a buscar respuestas a los grandes “porqués” que tiene la existencia humana y se acomoda a unas situaciones en las que la respuesta es “¿para qué buscar?”. El pasota no se plantea absolutamente nada, pero cuando mira hacia sí mismo se encuentra en el más absoluto vacío. El mediocre es quien piensa que hay que gozar de la vida, aunque tengamos que dar codazos para ello. Es un planteamiento hedonista. El valiente es el que entiende la vida como don y como acontecimiento. Se dice a sí mismo: me ha sido dada por Dios esta vida, me la han regalado, ha sido una gracia de Dios; en esta vida acontecen muchas situaciones a las que se debe dar respuesta. El valiente entiende que la ascensión del hombre se realiza encontrándose con quien ha descendido, Jesucristo. El valiente descubre en Jesucristo que lo imposible para el hombre ha sido hecho posible por Dios.
En estos rostros y en estas situaciones humanas, hay que dar un “sí” a Dios como el que dio María. ¿Qué exigencias tiene en tu vida este sí?:
1ª) Ser en Cristo: Viene bien recordar aquí las palabras del apóstol: “El que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo” (2 Co 5, 17). Anunciar a Jesucristo hoy, en este mundo, pasa por ser en Cristo. La novedad de Cristo tiene que irrumpir en nuestra vida. Solamente así podremos anunciarlo.
2ª) Ser persona de oración: Nadie puede hablar de lo que no conoce. “Nuestro testimonio sería, además, enormemente deficiente si nosotros no fuésemos los primeros contempladores de su rostro” (NMI 16). “Tratar de amistad, estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama” (Santa Teresa de Jesús). El diálogo con el Señor nos lleva a tener los mismos sentimientos de Cristo.
3ª) Ser testigo de la vida: Hoy son necesarias personas que anuncien la vida, que susciten comunión, que ofrezcan esperanza, que sean creadoras de la cultura de la vida.
4º) Ser testigos en unas comunidades concretas que se hagan creíbles por su vida en este mundo: se impone tener como referencia los sumarios de la primera comunidad. Que nuestras comunidades narren las maravillas de Dios.
Con gran afecto, os bendice
+ Carlos, Arzobispo de Valencia
