CAMINEO.INFO -Valencia/ESPAÑA- He comenzado a presentar por toda nuestra Iglesia Diocesana el Itinerario Diocesano de Renovación que vamos a vivir durante estos próximos cuatro años. Os invito a todos a que asistáis a las presentaciones que en cada arciprestazgo estoy realizando de esta nueva, y en muchos aspectos novedosa, propuesta pastoral. Es una invitación que vuestro arzobispo os quiere hacer personalmente a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: a los cristianos que vivís una práctica habitual de vuestra fe y de vuestra adhesión a la Iglesia, a quienes por los motivos que fuere habéis vivido un enfriamiento de vuestra fe y por lo mismo de la adhesión a la Iglesia y a quienes estáis distantes de la fe y de la Iglesia y ponéis en duda muchas cosas. A todos os invito a que hagáis un camino de renovación, de reencuentro que os puede ayudar mucho más de lo que podéis imaginar.
Mirad, la persona humana, por el mismo hecho de existir, es fruto de una llamada, podríamos decirlo de otra manera: la persona es vocación. Os puedo asegurar, que a todo ser humano Dios lo ha llamado a la existencia. Es cierto, hemos sido llamados todos a existir. Por eso la vida humana es vocación de encuentro con Dios Amor. Por esto mismo, ¡qué fuerza tiene decir y oír de parte de Dios, que los cristianos hemos sido “llamados a la libertad”! (Gal 5, 13). Y esto quiere decir, tal como nos recuerda el mismo Jesús, que “Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn 8, 31-32). Y la Verdad es Cristo mismo.
¡Qué importancia tiene para la vida de un ser humano saber que ha sido llamado a existir por Dios! Todos los planteamientos posteriores son diferentes. ¡Qué fuerza tiene para todos los hombres, el saber que la vocación cristiana es encuentro con Cristo para compartir con Él la existencia y la misión! El ser humano es mucho más que una materia temporal y efímera. La vida de cada ser humano tiene un sentido pleno y es necesaria para el bien de toda la humanidad, pues existe por Dios.
El Itinerario de Renovación tiene un título que expresa la meta a la que deseamos llegar: “seréis mis testigos”. No se puede ser testigo del Señor si no tenemos un encuentro con Él, fruto del cual se crea en nosotros un intenso deseo de compartir la misma existencia y de realizar su misión. Por eso, la vocación cristiana es llamada a un seguimiento de Cristo que se concreta en imitación, relación, unión, comunión. Es todo un proceso de cambio, que nosotros llamamos conversión. Proceso en el cual nos configuramos con Cristo por el Bautismo y entablamos unas relaciones de amistad profunda con Él. ¿No es acaso esto lo que nos dice el Señor?: “No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y déis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda” (Jn 15, 16). Esto es lo que quiere todo ser humano, dar fruto, ya que el ser humano está creado para darse, no para retenerse.
Por eso, ¡qué importancia tiene, el contemplar como la personalidad humana se realiza y desarrolla en la fidelidad generosa a la propia vocación, a la llamada! Sin esa fidelidad no existe desarrollo de la persona en todas las dimensiones de su existencia. La identidad personal consiste en la armonía de criterios, de escala de valores y de actitudes respecto a la llamada recibida. Nunca olvidemos que la fecundidad de una vida se mide por la entrega generosa a la propia vocación.
Pero hay algo singular en nuestra vida, como es esta realidad: la vocación cristiana viene de Dios, puesto que es iniciativa suya. Recordemos estas palabras del Apóstol San Pablo: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bienes espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en Él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor” (Ef 1, 3ss).
La vocación cristiana se presenta con una amplia gama de posibilidades y matices: 1) Es llamada a la fe en toda su integridad, en el pensar, sentir, amar y obrar como Cristo. Es hacer una opción fundamental por Cristo que consiste en admitir vivencialmente la realidad de Cristo resucitado presente, y ello implica encuentro con Él, manifestado en la oración y en el compromiso de pensar, sentir, valorar, amar y obrar como Él; 2) Es llamada a la santidad o configuración con Jesucristo; 3) Es llamada al apostolado, a la misión local y universal en tareas concretas; 4) Es llamada a un ministerio o servicio concreto dentro de la comunidad; 5) Es llamada a un estado de vida, ya sea laical, de vida consagrada, o sacerdotal que debemos elegir como respuesta a la gracia de Dios.
Vivimos en una sociedad que presenta serias incongruencias consecuencia del egoísmo y el materialismo que ahoga el amor y la esperanza. No es tiempo de lamentarse, es hora de actuar. No te quejes, actúa. Si crees que no puedes tener fe, búscala; si crees que ya la tienes, ayuda a tus personas allegadas a encontrarla. Con este Itinerario de Renovación que iniciamos, todos tenemos la posibilidad de salir al encuentro con el Señor, a renovar nuestra fe en él, a descubrirlo por vez primera o a redescubrirlo, o a buscar, de una manera para muchos nueva, la llamada que Dios desde siempre os viene realizando, porque somos precisamente todos vocación, por el hecho mismo de haber sido llamados por Él a la existencia y a la vida más allá de la vida.
Con gran afecto, os bendice
+ Carlos, Arzobispo de Valencia