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LA IGLESIA, PUEBLO DE LA VIDA Y PARA LA VIDA |
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LA IGLESIA, PUEBLO DE LA VIDA Y PARA LA VIDASat, 17 Jul 2010 13:01:00
CAMINEO.INFO -Valencia/ESPAÑA- Siempre que hacemos memoria de la Iglesia, hemos de recordar aquellas palabras del Apóstol San Pedro: “pero vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de Aquél que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz” (1 P 2, 9). Hay que anunciar las alabanzas de Dios y entre ellas está la alabanza a la vida. Somos el pueblo de la vida y para la vida. Se nos ha de ver y distinguir siempre como un pueblo que es promotor de la vida. Hemos sido llamados a promover la vida y la cultura de la vida.
La cultura de la muerte nada tiene que ver con nosotros. Promotores de la cultura de la vida vamos caminando por esta historia haciendo “la belleza de la vida”. Hay una gran lucha de la Iglesia a favor de la vida. Recordemos al Papa Juan Pablo II cómo hizo de la vida y de su defensa el punto fundamental de todo su pontificado. Él escribió una gran encíclica sobre el evangelio de la vida. Naturalmente que seguimos defendiendo y difundiendo ese mismo mensaje según el cual la vida es un don y no una amenaza.
En la raíz de algunas legislaciones se presenta o subyace una visión de la vida como una amenaza. En el fondo puede apreciarse en algunos casos un egoísmo fuerte, en otros, la duda sobre el valor de la vida humana, la belleza de la misma y también una duda sobre el futuro. A estas dudas responde la Iglesia ofreciendo la verdad: la vida es hermosa, no es algo dudoso, sino un don, incluso en situaciones difíciles cada ser humano tiene una finalidad y puede ser una fuente de amor. Por ello, la Iglesia en su misión tiene la urgencia de despertar las conciencias para decir y hablar de la belleza del don de la vida. Las legislaciones que van contra la vida manifiestan miedos al futuro. La Iglesia experimenta y da a conocer que la fe nos da la certeza de que Dios siempre es más fuerte y que sigue estando presente en la historia y que por ello podemos dar con confianza la vida a nuevos seres humanos.
El punto de partida de la libertad
El mandato de “no matar”, punto de partida de un camino de verdadera libertad. Estamos viviendo momentos importantes en nuestra historia para salir a decir a todos los hombres lo que el Papa Benedicto XVI señala en la encíclica “Caritas in Veritate”: “uno de los aspectos más destacados del desarrollo actual es la importancia del tema del respeto a la vida, que en modo alguno puede separarse de las cuestiones relacionadas con el desarrollo de los pueblos… La apertura a la vida está en el centro del verdadero desarrollo. Cuando una sociedad se encamina hacia la negación y la supresión de la vida, acaba por no encontrar la motivación y la energía necesaria para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre” (n. 28), y cada vez que recordamos la belleza de la vida, situamos ante nuestra conciencia aquel mandato del Señor: “no matarás”. Este mandato es el punto de partida de un camino de verdadera libertad. Entrar por otros derroteros lleva siempre a la esclavitud. Entrar por este camino de la vida y de la promoción de la misma nos lleva a vivir y a promover activamente la vida y a promover el verdadero desarrollo del hombre.
Se nos ha confiado la vida de todo hombre
Quien nos creó, nos confió la vida del hombre. Nos pidió en el acto mismo de la creación que no dispongamos de la vida de un modo arbitrario y a nuestro antojo o según la moda del momento. Hemos de administrar la vida y custodiarla con sabiduría y con la misma fidelidad que el mismo Creador la hizo y la cuida. Dios nos ha confiado la vida de cada ser humano, de tal manera que tenemos una responsabilidad con respecto al otro.
Se trata de vivir según Jesucristo, del don de sí mismo y de la acogida del otro. Jesucristo nos ha dicho con su propia existencia hasta donde llega esto y hasta dónde nos ha llamado para anunciar la vida, entregándonos con su Espíritu la fuerza necesaria para vivir como Él, entregando el don de sí mismo y la acogida del otro.
En nuestra vida se tiene que manifestar el mismo Amor del Señor. Somos testigos de un amor que promueve, cuida y entrega la Vida. La nueva legislación sobre el aborto en España es un momento crucial para que todos los cristianos recordemos la responsabilidad que tenemos con respecto a la vida. Una sociedad renovada, tiene un fundamento, como es el respeto incondicional de la vida humana. Y por ello defender la vida y promoverla no es solamente una exigencia personal, sino también social. Se nos pide que amemos y respetemos la vida de cada ser humano. Se nos invita a trabajar por instaurar en nuestro mundo la cultura de la verdad y del amor, en un tiempo histórico que ciertamente está marcado por múltiples signos de muerte. Hemos de trabajar por la cultura de la vida.
Anunciar la Vida
Anunciar el Evangelio es anunciar a Jesucristo que es la Vida. La Santa Madre Iglesia ha recibido el Evangelio como anuncio y fuente de gozo y salvación. Lo ha recibido como don de Jesús que ha venido a anunciar la Buena Nueva a los pobres. Lo recibió a través de quienes el Señor envió al mundo, los Apóstoles. Y la Iglesia tiene que hacer resonar en medio de este mundo esta Buena Noticia. “¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!” (1 Cor 9, 16). Evangelizar es una acción global y dinámica. Anunciar el Evangelio es anunciar la Vida que es el mismo Jesucristo. Tenemos la certeza de haber recibido esta vida y tenemos que mantener la conciencia humilde, sencilla y agradecida de sabernos pueblo de la vida y para la vida. No tengamos miedo de realizar este anuncio en un momento de la historia, en que se discute la vida en sí misma. Redimidos por el Autor mismo de la vida por el Bautismo, renovados por la gracia del Espíritu, somos enviados para estar al servicio de la vida.
Al anunciar el Evangelio de la vida, no debemos temer la hostilidad e incluso la impopularidad. Tenemos que estar en el mundo, pero no con la mentalidad que viene del mundo, sino con la mentalidad y la fuerza que nos viene de Jesucristo. Vale la pena recordar aquí unas palabras del Papa Juan Pablo II: “La vida humana, don precioso de Dios, es sagrada e inviolable, y por esto, en particular, son absolutamente inaceptables el aborto procurado y la eutanasia; la vida del hombre no sólo no debe ser suprimida, sino que debe ser protegida con todo cuidado amoroso; la vida encuentra su sentido en el amor recibido y dado, en cuyo horizonte hallan su plena verdad la sexualidad y la procreación humana; en este amor incluso el sufrimiento y la muerte tienen un sentido y, aun permaneciendo el misterio que los envuelve, pueden llegar a ser acontecimientos de salvación; el respeto de la vida exige que la ciencia y la técnica estén siempre ordenadas al hombre y a su desarrollo integral; toda la sociedad debe respetar, defender y promover la dignidad de cada persona humana, en todo momento y condición de vida” (EV 81).
Hemos de ser capaces, entrando en comunión con Jesucristo, de respetar a todo hombre y mujer en toda circunstancia. La fuerza del amor siempre vence al mal y a la muerte. Cada momento o situación de adversidad es al tiempo una ocasión para que con nuestra actuación hagamos triunfar el amor y la vida. En cada ser humano hemos de reconocer la gloria de Dios, pues es un icono de Dios mismo tal y como nos ha sido revelado por Nuestro Señor Jesucristo.
Con gran afecto, os bendice
+ Carlos, Arzobispo de Valencia
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