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Actuar en conciencia a la luz de su presencia |
Actuar en conciencia a la luz de su presenciaTue, 21 Feb 2023 19:31:00
Mn José Ignacio Munilla Aguirre, Obispo de Orihuela-Alicante
Mn José Ignacio Munilla Aguirre, Obispo de Orihuela-Alicante
CAMINEO.INFO.- En la tradición cristiana hay una correlación muy
estrecha entre la conciencia y la presencia de Dios. Así lo dice el salmo: «Tu luz nos hace ver la luz» (Sal 36,10).
Pues bien, aunque en nuestro imaginario la Cuaresma es un tiempo en el que
escuchamos de forma reiterada la llamada a la conversión, la clave no está
tanto en el imperativo moral, sino en descubrir el “horizonte” desde el que se
nos dirige esta llamada: «Oigo en mi
corazón: Buscad mi rostro» (Sal 27,8). Es ahí, en nuestro corazón, donde
Dios dialoga con nuestra conciencia y donde se nos muestra el verdadero
horizonte. Este horizonte no es tanto un código de conducta, sino más bien un
rostro: el de Cristo.
Para iluminar lo que quiero expresar, rescato unas
palabras que pronuncié hace un año en la Catedral de Orihuela con motivo de mi
llegada a la Diócesis: «¿Quién es nuestro
público? ¿Ante quién nos levantamos por las mañanas y nos
esforzamos en el día a día? ¿A quién esperamos agradar y de quién confiamos
obtener la aprobación de cuanto hacemos? ¿Acaso no nos condiciona sobremanera
que hablen bien o mal de nosotros? ¿Bailamos o dejamos de hacerlo, tal vez,
dependiendo de quién nos mire o nos deje de mirar? Ojalá pudiéremos hacer
nuestra la conocida expresión del poeta Juan Ramón Jiménez: “Ni el elogio me
conmueve ni la censura me inquieta. Soy como soy. Nada me añade el aplauso y
nada me quita el insulto”. La experiencia nos demuestra que solo viviendo en
presencia de Dios se puede actuar en conciencia. De lo contrario, la vanidad
acaba siendo el motor de nuestra vida, o los miedos y temores al fracaso
terminan por paralizarnos, o incluso nuestra propia autoestima se resiente
gravemente, hasta el punto de hacernos entrar en profundas crisis de
identidad.»
Pues bien, estamos en el momento álgido de una
gravísima crisis cultural, iniciada hace décadas con el proceso de
secularización, hasta derivar abiertamente en un eclipse de la razón y de la
conciencia. El practicismo ha sustituido a la ética y las encuestas han pasado
a ocupar el lugar de la conciencia; o, dicho de otro modo, «el “todo por la patria” ha sido sustituido
por el “todo por los votos”» (expresión, esta última, que escuché
recientemente en un encuentro de empresarios).
Lo estamos viendo de forma patente en la vida
política española: El Gobierno deroga o reforma los delitos del Código Penal
para garantizarse el apoyo de quienes han delinquido. El Tribunal
Constitucional, que había reconocido en 1985 el derecho a la vida del
nasciturus, bendice ahora una ley que reconoce el derecho al aborto libre hasta
la semana 14. El líder de la oposición se felicita finalmente de esta
resolución del Constitucional que avala el derecho al aborto, cuando hace trece
años su partido político no solo votó en contra, sino que interpuso el recurso
de inconstitucionalidad… Desgraciadamente los ejemplos que podemos extraer de
nuestra actualidad política son muy numerosos.
Es decir, no hay verdad o mentira, no hay bien o
mal, sino que la política se convierte en el arte de suscitar las sinergias
necesarias para generar la mayoría requerida para mantenerse en el ejercicio
del poder o intentar alcanzarlo. Sin embargo, la primacía de la conciencia nos
dice otra cosa: Las urnas no pueden cambiar la verdad, sino únicamente el
poder… ¡Necesitamos liderazgos en la vida pública que escuchen a la conciencia
antes de consultar las encuestas!
No creo que sea necesario subrayar que esta
crisis que vemos en el escenario político no es sino un reflejo de la crisis
social, familiar y personal… Os invito a leer el reciente documento publicado
por la Conferencia Episcopal Española bajo el título: “El Dios fiel mantiene su alianza”, con el subtítulo: “Instrumento de trabajo pastoral sobre
persona, familia y sociedad ofrecido a la sociedad española desde la fe en Dios
y la perspectiva del bien común.”
Decía al comienzo que la llamada a la conversión
está supeditada a algo que es previo y determinante, y es definir cuál es el
‘horizonte’ de nuestra vida; cuál es el ‘espejo’ en el que nos miramos… Es
conocida la expresión de Kant: «Hay dos cosas que me llenan de admiración y respeto: las
estrellas que están sobre mí y la conciencia que está dentro de mí.» Los creyentes sabemos que esa conciencia es, en última
instancia, la presencia oculta de Dios en nosotros. Cuando el Miércoles de
Ceniza escuchamos las tradicionales invocaciones: «Convertíos y creed en el evangelio», «Recuerda que eres polvo y al polvo has de volver», en nuestro
interior podemos traducirlas diciendo: «¡Caminemos
en presencia de Dios a la luz de la vida!» (Sal 56,14). ¡Actuemos en
conciencia a la luz de su presencia!
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