CAMINEO.INFO.- Mn. Samsó era bienaventurado por su condición de auténtico catequista, que enseñaba y cumplía el Evangelio. Pero también lo era por el hecho de haber vivido unidas otras dos bienaventuranzas.
La primera, haber sido “perseguido por causa de la justicia”. ¿Qué justicia? Jesús dijo:
“¡Felices vosotros cuando, por mi causa, os insulten, os persigan y difundan contra vosotros toda clase de calumnias! Alegraos y celebradlo, porque vuestra recompensa es grande en el cielo. También persiguieron así a los profetas que os han precedido” (Mt 5,10-12).
La bienaventuranza da a entender que Jesús es la justicia, es decir, la salvación.
De hecho, si todas las bienaventuranzas parecen una contradicción –para algunos una ironía cruel– ésta todavía más: mientras el perseguido es objeto de toda clase de maldiciones, Jesús le dedica la mejor de las bendiciones. ¿Quién puede entender que sea feliz aquél que carga con la persecución, el maltrato, la calumnia… la muerte? Únicamente lo puede aceptar y vivir quien ha experimentado en su interior la presencia de Jesucristo por la fe y el amor.
Algunas versiones traducen “perseguidos a causa de a la justicia” o “a causa de ser justos” o “a causa de querer cumplir la voluntad de Dios”. El motivo de la felicidad y de la bienaventuranza no es, por tanto, el sufrimiento, que siempre es un mal, sino el porqué del sufrimiento: la fe en Jesucristo mismo y la vida de fidelidad al Padre que aquella fe comporta. Creer en Jesucristo, amarle, vivirlo, y en consecuencia llevarlo dentro, hasta identificarse con Él, es realmente la bienaventuranza. Todas las bienaventuranzas son Él.
Por eso quien cumple una, puede cumplir todas. En este sentido se entiende cómo Mn. Samsó también vivió a fondo otra bienaventuranza:
“Felices los compasivos: ellos alcanzarán misericordia” (Mt 5,7)
Otra paradoja. Quienes le insultaban, le torturaban y le mataban, no hacían otra cosa que maldecirle, mientras que él les devolvía la bendición del perdón. Tal vez sea relativamente fácil perdonar cuando pensamos sacar una ganancia o cuando lo hacemos desde una posición de poder soberano... Pero cuando el perdón no evitará ser sometido a la violencia hasta la muerte, entonces parece inútil y absurdo. Sólo lo puede vivir quien sabe que el amor perdonador de Cristo es la única arma eficaz contra la violencia y la injusticia.
- Bienaventurado quien es Cristo, enseñando y viviendo lo que enseña.
- Bienaventurado quien es Cristo perseguido, maltratado y ultrajado.
- Bienaventurado quien es Cristo, ofreciendo el perdón y la misericordia.
La beatificación de Mn. Samsó ha significado para todos nosotros el reconocimiento público del valor de un modelo de vida. Especialmente para los sacerdotes, pues él vivió todas estas virtudes como presbítero diocesano secular. Pero su beatificación también fue una solemne confesión de fe, la jubilosa proclamación de que las Bienaventuranzas son verdad. Que lo fueron, cuando murió el primer mártir, Jesucristo; que lo eran, cuando murió asesinado Mn. Samsó y que lo son y serán hoy y mañana, para quienes aún caminamos en esta historia.