CAMINEO.INFO.- La segunda pregunta que le formulamos a Edith Stein a propósito de su conversión es: ¿Quién le ha transmitido la fe? ¿Cómo le ha llegado la verdad cristiana? ¿Quién le ha acercado a Jesucristo tan eficazmente, como para que ella dé libremente un paso tan decisivo en la vida? Es una pregunta que nos interesa mucho para el problema que nos ocupa.
No olvidemos que se llega a ser creyente, no por un motivo único, sino por la confluencia de muchas y diversas causas, algunas de ellas escondidas e ignoradas por el mismo convertido. Hemos hecho mención de una causa importante de la fe y la conversión, que en el caso de Edith Stein era muy clara, o sea, la búsqueda apasionada y consciente de la verdad de la vida. Pero también podemos comprobar en su conversión la presencia de otra causa, que hemos de considerar indispensable y evidente en todos los casos: la de tener delante una noticia de la fe.
Naturalmente no cualquier noticia. Sin duda ella sabía desde siempre de la existencia de la Iglesia y de la fe católica, pero eso no era (ni es) suficiente para creer. La noticia de la fe, que puede llevar a creer, debe ser testimonial. Además de otros detalles, la transmisión de la fe le llegó a Edith Stein de una manera decisiva, sobre todo, mediante dos testimonios: el matrimonio católico de Adolf y Anne Reinach y la lectura del Libro de la Vida, de Santa Teresa de Jesús. Fue la bondad y sabiduría del profesor de filosofía Adolf y la forma en que su esposa afrontó la muerte de su marido, así como la experiencia de amor vivida por la santa en la oración, lo que le llevó a la fe católica.
Eso quiere decir que transmitimos la fe cuando anunciamos la Verdad de Jesucristo empapada de Amor y que, en consecuencia, se llega a creer cuando se descubre la Verdad, no sólo como una idea que da explicación de todo cuanto pasa en la vida, sino como el descanso de la necesidad más profunda de amar y ser amado.
Lo dice la encíclica Caridad en la Verdad a propósito de la cuestión social. Lo que llamamos “Doctrina Social de la Iglesia”, es una verdad que creemos los cristianos, pero en realidad es la iluminación del Amor, que tiene su origen en Dios mismo, sobre los problemas sociales concretos (cf. n. 5). Así,
- La transmisión de la fe consiste en un encuentro inefable entre la búsqueda apasionada de luz y de afecto y la oferta de Verdad y Amor por parte de la Iglesia.
- Pero este encuentro no se puede dar si no es personalmente, si no pone en juego dos vidas personales, dos corazones, dos libertades, una que anhela el descanso y otra que lo ofrece desde su corazón.
- Por ello la transmisión de la fe, cuando se realiza verdaderamente, llega a ser una de las experiencias más profundas de amor y comunión personal.
No en balde la transmisión de la fe reproduce en el ámbito de nuestras relaciones mutuas, el modelo de la Revelación de Dios a los hombres. Celebrando la Navidad, ¿puede haber una implicación y una comunión más profunda, que la que vemos que ha hecho Dios, convirtiéndose en uno de nosotros, al querer transmitirnos la Verdad y el Amor?
