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DESCANSO Y CONSUELOTue, 03 Mar 2015 22:12:00
Monseñor Agustín Cortés Soriano, obispo de Sant Feliu de Llobregat
Monseñor Agustín Cortés Soriano
Caminamos junto a Jesucristo, porque Él es la Vida y hacia Él, porque es la Verdad. Algunos añadirían que "caminamos también por Él", porque es el Camino. En ello consiste toda la vida cristiana.
Unos insisten en la dificultad del camino, sus exigencias, el esfuerzo que requiere ser cristiano verdadero. Otros, por el contrario, quieren dar una imagen más positiva y subrayan que el cristianismo es un camino de alegría y de paz. Unos reconocen que el camino de la fe, con sus renuncias, supera nuestras fuerzas. Otros sostienen que si nos proponemos de verdad seguir andando llegaremos a la meta.
Sin duda no todo son lágrimas y sufrimiento en la vida cristiana. El itinerario cristiano es de auténtica felicidad.
Santa Teresa en el libro 4º de Las Moradas nos habla de "contentos" (o "consuelos)" y "gustos" que hallamos en el camino. El segundo domingo de Cuaresma contemplamos a los discípulos Pedro, Juan y Santiago, compartiendo con Jesús un momento de plena paz y sosiego. ¿Qué diremos, pues, sobre el camino cristiano?
En Santa Teresa están muy presentes lo que ella denomina "mercedes o regalos" que el Señor nos hace. No fue en absoluto una santa triste, sino todo lo contrario. Sin estos regalos no tendría sentido la alabanza y el agradecimiento al Señor. Pero distingue entre "contentos" o "consuelos" y "gustos". Aquellos provienen de nuestro esfuerzo, son como el agua que llega a nuestro campo a través de ingenio y trabajo, como, por ejemplo, cuando la subimos mediante una noria y unos canales. Los gustos, por el contrario, vienen directamente de Dios, como el agua que mana en nuestro campo de la fuente misma. Aquellos son como la satisfacción de haber hecho bien las cosas. Éstos vienen cuando Dios gratuitamente lo concede. En definitiva la alegría y la paz están presentes en el camino cristiano y todo viene del Señor.
Para ella, gustar de Dios y de su paz es entrar en "oración de quietud". El corazón "se ensancha o dilata", como dice el Salmo 118,32. Nosotros vemos algo semejante en lo que experimentaron los discípulos en el Tabor. Era el "estar bien" con Jesús dentro de aquella nube, sintiendo cerca su presencia y la de los hermanos, escuchando la voz clara del Padre declarando su amor. Pero también aquí vemos que el gozo les vino regalado a los tres discípulos, fueron sorprendidos por un don tan grande. Y sin embargo, tuvieron que hacer el esfuerzo de subir con Jesús, hacerle caso y caminar hasta llegar a la cumbre. Sentían la satisfacción de haber subido, aunque la alegría que venía del don recibido era aun mayor...
En fin, hoy podemos afirmar que quien no haya experimentado la alegría y la paz en el camino de su fe, es que no conoce todavía a Jesucristo o, lo que sería peor, no camina realmente con Él.
Ciertamente esa alegría y esa paz son especiales. Para saber si las hemos experimentado, nos dirá Santa Teresa, miremos en qué medida hemos superado el miedo, si ya no cumplimos por temor, si estamos más dispuestos a seguir siendo cristianos, hasta qué punto estamos más decididos y somos más generosos con Jesucristo.
Vamos siendo educados en el camino con Él. Los discípulos bajaron de la montaña, pues había que seguir andando. Y Santa Teresa tiene por delante el itinerario de las tres moradas restantes del Castillo. Sólo que la manera de andar ya era diferente: permanecía el regusto de haber experimentado el gozo de amor de Dios.
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