CAMINEO.INFO.- Hace unos días, tuve ocasión de escuchar unas declaraciones de un historiador a una emisora de radio en las que dijo que había que luchar contra la Iglesia porque ésta es enemiga de la libertad. Estas palabras trajeron a mi memoria el mensaje de la fiesta de Nuestra Señora de la Merced, que celebramos el 24 de septiembre, y la obra mercedaria que por inspiración, sobre todo, de San Pedro Nolasco nació en Barcelona y que hoy está extendida por todo el mundo.
La teología de la Merced y de la obra mercedaria representa una verdadera práctica de la liberación cristiana. He recordado estos días las páginas bellísimas que el capuchino padre Miquel d’Esplugues dedica a la Virgen de la Merced y a la obra que ella inspiró en su libro Nostra Senyora de la Mercè. Me parece que será oportuno recordar unos fragmentos de la misma.
“Íntimamente, esencialmente –escribe el padre Miquel d’Esplugues-, la teología de la Merced radica en una función altísima de maternidad divinal, dirigida a perpetuar y adaptar a las vivas necesidades de aquella época lo que en tal función -a semejanza de la obra redentora de Jesús, el Hijo de Dios- hay de más humano y de más delicado y de más esencial, o sea, poner a los hijos de los hombres en el camino de la libertad que de derecho les pertenece como a tales y, sobre todo, como hijos de Dios”.
A continuación este prestigioso capuchino explica que la Madre de Dios, corredentora del linaje humano, asociada a la redención de Jesucristo, inspiró a unos devotos suyos una obra que en aquel tiempo era de la mayor importancia social y cristiana: la de arrancar a los hijos de Jesucristo de la cautividad material en la que vivían en tierras de morería, y en la que corrían el riesgo de añadir a la pérdida de la libertad jurídica y ciudadana la pérdida de la gracia y de la fe en Jesucristo.
En una página antológica, el padre Miquel d’Esplugues une la visión de María liberadora con la visión del talante práctico de nuestro pueblo. “El hecho –escribe- de haberse dignado Nuestra Señora Santa María descender a Barcelona no en la forma de una amazona espiritual, sino como una suavísima redentora de cautivos; de haber enseñado a cumplir tal redención no precisamente matando moros, sino comerciando con ellos civilmente, con dignidad, y en todo caso, si esto era necesario, entregándose sus hijos de la Merced en rescate por los que gemían en las cárceles, es una de las glorias más insignes de todo el mundo”.
Alguno podría decir que esta fue una obra admirable, pero que es una página del pasado. Los religiosos y religiosas que inspiran su vida en el mensaje y en el carisma de la Merced demuestran con su vida y sus actividades al lado de los marginados de hoy que el mensaje de la Merced es actual y que es muy activo en el mundo actual. En este mundo los hombres y mujeres no son víctimas de aquella falta de libertad de los tiempos medievales, pero sí que sufren por las nuevas formas de esclavitud.
Con ocasión de la fiesta de Nuestra Señora de la Merced es tradición entre nosotros recordar a las personas que viven en las cárceles y a las personas solidarias que, inspiradas por la fe, se hacen sus prójimos y les ayudan de diversas maneras, desde la asistencia espiritual a diversas iniciativas de ayuda. Las comunidades cristianas no pueden desentenderse de aquellos hombres y mujeres –muchos de ellos creyentes y cristianos- que, por diversas causas, han sido privados de libertad y están encarcelados. Es muy significativo que en la llamada pastoral penitenciaria, al lado de los sacerdotes diocesanos y religiosos, estén presentes muchos religiosos de la Orden de Nuestra Señora de la Merced. El mensaje de la Merced es muy actual.