CAMINEO.INFO.- Interesante, muy interesante el fragmento evangélico de este domingo. Tan interesante, que nos invita a aprender a leer la noticias y los hechos que en él se comentan desde una lectura radicalmente nueva, en la que nos sentimos implicados.
Hay que explicitar las noticias que comentan a Jesús, la lectura de los discípulos y de la gente, y la lectura que de todo ello hace Jesús, y que es una indicación preciosa para nosotros.
En primer lugar le comentan el caso de unos galileos, compatriotas de Jesús, que Pilato había ordenado matar como consecuencia de alguna manifestación religiosa y por ello se decía que había mezclado la sangre de ellos con la de las víctimas que ofrecían en el templo. Seguro que Pilato, siempre atento a posibles revueltas, creía que aquellos galileos eran disidentes, revolucionarios o nacionalistas judíos que ponían en peligro el dominio de Roma, o que podían incitar al pueblo a la revuelta, y ordena su muerte.
El segundo hecho se trata de una catástrofe. Así como en el primero la causa era la maldad humana, en el segundo, en el que murieron dieciocho hombres, la causa fue la caída de la torre de Siloé, probablemente en el lugar conocido con este nombre.
Conviene precisar que la mayoría de judíos hacían una lectura de estas desgracias, de estas muertes, según la cual los consideraban culpables o pecadores. A causa de alguna culpa o de los pecados, les había ocurrido aquella desgracia
Es decir, la especialidad de los judíos era buscar culpables, pero sin sentirse interpelados por los hechos. “Algo habrían hecho”, expresión muy actual y que manifiesta la misma mentalidad.
¿Cuál es la respuesta de Jesús?
“¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo”.
¿No nos ocurre algo semejante?
A lo largo del día escuchamos, vemos o leemos en los medios muchas noticias, algunas positivas, pero la mayoría digamos negativas o sobre desgracias. Recuerdo, hace ya muchos años, aquella publicación llamada El Caso, que era referencia popular de desgracias.
Cuando ocurren hechos violentos debidos a causas humanas, enseguida hay que buscar a los culpables y, cuando éstos han sido identificados, localizados, y lo que sea… todos quedamos muy tranquilos. Aquel hecho ya no nos afecta, no nos plantea más preguntas, hasta el punto de condenar, si procede, a sus autores.
Y a menudo, en el análisis de los hechos, aparecen muchas causas o situaciones que han marcado a las personas. También es bueno preguntarse si nosotros, en hechos más sencillos, reaccionamos de un modo violento, quizá sin armas, porque carecemos de ellas, pero utilizando la lengua, que lo mismo sirve para bendecir que para maldecir, para alabar o para calumniar, para manifestar amor o para vomitar odio. Un refrán de nuestros antepasados dice, en catalán: “La llengua no té ossos, pero en trenca de molt grossos” (La lengua carece de huesos, pero puede romper huesos muy gruesos).
Es bueno que los hechos, las noticias nos interpelen y provoquen algún tipo de conversión o cambio en nuestro talante y en nuestra vida. Lo reclama el mismo Jesús. No nos consideremos mejores, y menos aún mucho mejores, aprendamos a descubrir nuestros agujeros negros, nuestras actitudes negativas, las heridas que causamos a los demás, consciente o inconscientemente.
Ciertamente, no será posible hacer eso en relación con todos nuestros actos, pero sí lo será en relación con aquellos en los que nos retratan con mayor exactitud, y de ese modo podremos descubrir hechos y actitudes, sencillos y cotidianos, que merecen pedir perdón y conversión.
Dios nos habla de muchos modos a través de su Palabra, de la Iglesia, de la vida y las reflexiones de los santos, de mociones interiores del Espíritu, pero también desde los hechos de cada momento. Aprendamos la lección, todo ello nos puede ofrecer motivos de conversión en esta Cuaresma.