Desde el 13 de marzo tenemos un nuevo papa, el Papa Francisco, obispo de Roma, que tiene confiado el ministerio o servicio de Pedro (ministerio pétreo).
Hemos escucho opiniones para todos los gustos, que han provocado que nos caiga más o menos bien, le han analizado desde todos los ángulos para tratar de hallar sus puntos débiles, hemos sido bombardeados por anécdotas, opiniones y adivinos del futuro. Todo ello nos podría distraer de la misión primordial del Papa: “Tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia… Apacienta mis ovejas… Conforta a tus hermanos”. Son palabras de Jesús dirigidas a Pedro para indicarle la especial misión que le confiaba. Esta misión se ha transmitido a los sucesores del pescador de Galilea.
En estos domingos del tiempo pascual, precisamente, en las celebraciones de la Misa proclamamos los evangelios de los encuentros del Señor resucitado con sus discípulos, a los que confía la misión de la liberación de todo mal, y los envía a ser sus testimonios. Pero disponemos de una preciosa narración evangélica de Juan, que podremos leer el próximo domingo, y que me parece fundamental para entender el servicio de Pedro, es decir, el servicio del Papa.
Algunos discípulos habían vuelto al trabajo antes de su experiencia con Jesús, y tras una noche sin éxito, cuando regresan a la orilla, alguien les indica dónde calar las redes. Hacen caso y aparecen llenas de pescado. En aquel momento, Juan dice a Pedro que se trata del Señor y, al oírlo, Pedro se lanza al agua para llegar hasta el maestro. El Señor ya les había preparado unas brasas para cocer el pescado, tostar el pan y desayunar.
Después, Jesús inicia una conversación íntima con Simón-Pedro, aquel a quien había designado como roca, como responsable de los demás discípulos, aquel que durante el juicio del tribunal judío del Sanedrín, le había negado tres veces. Y por tres veces, Jesús le pregunta: “Pedro, ¿me quieres más que estos?”. Pedro, entristecido, y recordando sus tres negativas, responde: “¡Vos lo sabéis todo, vos sabéis como os amo!”. Y de nuevo le confía que apaciente sus ovejas.
La primera pregunta que el nuevo Papa ha escuchado en su corazón es la de Jesús: “¿Me quieres más que estos?” Seguro que el Papa, pensando en su vida, le ha respondido con un cierto temblor: “Vos sabéis como os amo. Seguidamente ha recibido la misión: “Apacienta mis ovejas”. Es decir, toda la Iglesia, todos nosotros.
Al tiempo, debe señalarse que el servicio de Pedro y de los apóstoles –y el de sus sucesores, el Papa, los obispos como presbíteros colaboradores, los diáconos, y también el de todo cristiano- se fundamente en una llamada, cuya primera y más importante respuesta es la del primero de los apóstoles: “Vos sabéis como os amo”.
No debe preocuparnos escrutar la vida del Papa, jugar a adivinar lo que hará, a clasificarlo. Por encima de todo, agradezcamos al Señor que nos haya dado un nuevo pastor universal. Valoremos y estimemos su misión, estemos en comunión con él, y oremos siempre por él.
