Durante algunos años he sido espectador de las cabalgatas de reyes en diferentes pueblos y ciudades. En algunas de ellas, pocas, los integrantes de la cabalgata acuden en primer lugar a la iglesia para adorar al Niño Jesús; después llegan a la plaza, donde los reyes son recibidos por las autoridades municipales. En la mayoría de los casos la cabalgata va directamente al Ayuntamiento, donde el alcalde, en nombre de la ciudad, les da la bienvenida, agradece su presencia, sus regalos, y acostumbra a pedirles alguna cosa necesaria para los ciudadanos.
En los lugares donde he estado, durante la espera de la cabalgata, un animador entretiene a pequeños y mayores, habla de los reyes, de sus lejanos países de origen, del color de su piel, y especialmente de los regalos… pero en ningún caso he oído hacer referencia alguna al motivo que llevó a esos personajes de culturas y razas distintas, a iniciar su largo camino siguiendo una estrella para llevar sus ofrendas.
Concretamente, nunca he escuchado la menor referencia al hecho de que los reyes buscaban a Jesús siguiendo un signo significativo para ellos, y que los regalos eran una ofrenda al rey mesías, a Jesús. No se trata de presentar una larga sesión de catequesis, pero se silencia el por qué acogemos unos reyes y por qué traen regalos. No se trata de hacer “propaganda del cristianismo”, sino de referirnos a la narración tal como nos ha sido transmitida por el evangelista san Mateo y por la tradición.
Pero dado que los “animadores” de las cabalgatas no dicen nada, es importante que padres y abuelos expliquéis a vuestros hijos y nietos por qué aparecen en la narración unos reyes, qué buscaban, por qué ofrecían unos regalos que ahora son para ellos, vuestros hijos y nietos.
El significado de la narración evangélica
Estos hechos los conocemos como “epifanía”, que significa manifestación espléndida y alegre. Se trata, pues, de una manifestación alegre de Jesús a todos los pueblos representados por aquellos tres personajes llegados a Belén para adorarle, tras recorrer un largo camino, y siguiendo una señal para ellos muy importante: una estrella.
Hoy volvemos a celebrar la Navidad poniendo el acento en el hecho de que Jesús ha nacido para todos y para toda persona, sea quien sea y que ha de poder hallarlo y adorarlo. La narración remarca que Jesús ha nacido para todos los pueblos, y no únicamente para el pueblo judío.
El camino de los reyes hacia Jesús es imagen del camino que ha de recorrer toda persona si quiere hallarlo. El camino realizado por los reyes nos muestra precisamente el proceso a seguir para encontrar a Jesús.
La estrella es la señal significativa que nos ayuda a iniciar el camino de búsqueda. La estrella puede ser un hecho, alguna persona, la educación recibida, la presencia y la acción de la parroquia, una celebración, la fidelidad a la vida cristiana…
La señal sirve para motivar la búsqueda, y por ello ha de ser interesante: ha de mover, ha de provocarnos a iniciar el camino.
En este camino, en esta búsqueda, hallaremos dificultades, momentos de oscuridad… debemos preguntar y dejarnos aconsejar.
En algún momento tal vez preguntemos en lugares donde nada saben, como en el palacio de Herodes, porque aparentemente creemos que los importantes y los oficialmente sabios han de saberlo todo. Pero no es así. Finalmente, deberemos consultar las Escrituras, la Palabra de Dios, porque es donde hallaremos la respuesta que nos continuará animando a seguir con la búsqueda, hasta encontrar al Señor.
La estrella, seguirá guiándonos hasta Jesús. Y lo hallaremos si no nos escandalizamos de su manifestación humana.
En el encuentro hay alegría, adoración, y ofrenda de los propios regalos.
Hoy, los reyes regalan obsequios a los niños para recordarles a Jesús, pero dejan muy claro que el mejor regalo es encontrarse con él.
¡Feliz fiesta de reyes!