CAMINEO.INFO.- También hoy, ya en vísperas de Navidad, debemos decirlo en voz alta, gritando si es preciso, que la Buena Nueva es Jesucristo, el Emmanuel, Dios con nosotros. El evangelio de hoy nos invita a no tener miedo, porque Dios cuenta con nosotros para que esta Buena Nueva sea vivida, anunciada, celebrada, proclamada, realizada.
Esta Buena Nueva se refiere a su Hijo Jesucristo, Señor nuestro, el cual, por su linaje humano, nació de David, de María, esposa de José, pero por el Espíritu fue constituido Emmanuel.
La Buena Noticia de esta Navidad –no lo olvidemos– es Jesucristo. Navidad es, principalmente, Jesucristo, y por ello podemos tener los belenes, los cantos, las felicitaciones, la comida fraterna y los regalos sencillos, siempre que sean signo de aprecio, y fiesta.
Este Jesús es el Hijo poderoso de Dios que se hace Emmanuel, Dios con nosotros. Gracias a Él nuestra pequeña historia y nuestra vida, con todo su bagaje de trabajo, sufrimiento, inquietud, amor… está impregnada de Dios. Es algo que no podíamos esperar, ni siquiera soñar. Es la Buena Nueva.
El cristianismo consiste en aceptar que nuestra historia humana está llena de Dios, salvada por Dios.
El evangelio nos recuerda que Jesús es del linaje de David, a través de José y de su fidelidad.
El evangelio nos sitúa en una humilde y sencilla tierra, y en la tribulación de José de Nazaret. Jesús tiene que entrar en la historia de los hombres, y para ello necesita una Madre; y a José, para que lo acoja y le ofrezca su linaje, el de David.
Todo está listo para el nacimiento del Hijo de Dios; todo lo que es trascendente, pero están pendientes los detalles terrenales: José ha de aceptar con fidelidad la misión que se le encomienda. José ha de confiar totalmente en Dios para acoger al que va a nacer. Ha de tener la valentía de tomar a Maria como esposa, para que el Hijo de Dios sea también hijo de hombre, hijo de David.
José, hombre bueno y justo, seguramente tenía otros planes y proyectos, pero sabe escuchar a Dios y decirle que acepta la misión que se le confía. José es maestro de esperanza, porque nos muestra lo que significa fiarse de Dios. Es un hombre que lo ha dado todo para que se cumplan los planes de Dios, para que pueda ser realmente Emmanuel –Dios con nosotros–. José es el hombre que acepta la misión y se entrega a ella por fidelidad y no por los resultados que ve.
Dios siempre está listo para ser Emmanuel, Dios con nosotros, pero nos pide, como lo hizo con José, la actitud de confiar en sus planes y proyectos y colaborar con los mismos.
No vemos hechos clarísimos, ni el fruto de nuestro trabajo, no parece que Dios esté con nosotros, incluso tenemos la impresión que domina la oscuridad… En este momento es cuando se nos pide que seamos personas de fe y esperanza. Sin nuestra colaboración, Jesús no podrá hoy estar presente en nuestra familia, en nuestro pueblo; no será posible experimentar que Dios está con nosotros.
Bueno es escuchar de nuevo, ya en vísperas de Navidad, el mensaje dirigido a José, y ahora a cada uno de nosotros: ¡No tengas miedo! Dios también cuenta conmigo y contigo.
Ojalá pueda decirse, de cada uno de nosotros, lo que se dijo de José: “Hizo lo que le había mandado el ángel del Señor”.
ME SUMO A TANTAS FELICITACIONES Y OS OFREZCO LA QUE A MI ENTENDER ES LA MEJOR.
La mejor felicitación puede que sea la de san Pablo a los cristianos de Roma: “Entre la gente de todos los pueblos que Jesucristo ha llamado para que sean obedientes a la fe, estáis vosotros. A vosotros, cristianos de la diócesis de Girona, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de los santos, os deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo”.
La felicitación más hermosa y entrañable es esa: ser amados por Dios.
Que lo vivamos en la próxima Navidad, y así verdaderamente la paz y la gracia –plenitud de los dones de Dios– estarán de un modo más auténtico en nosotros.