CAMINEO.INFO.- El tercer domingo de octubre es una de esas fiestas entrañables que casi todos hemos vivido desde pequeños. Tengo muy vivos en la memoria los Domund de mi infancia cuando, hucha en mano, íbamos al asalto del peatón para obtener una limosna, aunque fuera pequeña, y ponerle la pegatina en la solapa. Aunque ahora las cosas ya no se hacen así, sin embargo nuestros misioneros siguen trabajando y evangelizando sin descanso.
Por tanto, la misión que Jesús dio a los apóstoles sigue teniendo plena vigencia en nuestros días. Los cristianos tenemos mucho trabajo por delante porquè nuestra sociedad, nuestro mundo, no está evangelizado. La Iglesia nunca acabará su tarea, porque mientras haya hombres que no tengan noticia de Jesucristo —y cada día nacen—, el mandato de Jesucristo de ir a evangelizar todos los pueblos bautizándolos en el Nombre de la Santa Trinidad continúa vigente. Por lo tanto, la Iglesia nunca podrá vivir de renta ni de épocas pasadas. Tenemos que abrir los ojos a nuestro mundo, el de ahora mismo, porque es aquí y ahora donde hay que trabajar y anunciar la Buena Nueva.
Para llevar a cabo el encargo del Señor Jesús se necesitan personas de oído abierto, corazón generoso y respuesta sincera. Eso significa en primer luga,r que se necesitan personas, que muchos de nuestros sacerdotes, laicos y quizás también religiosos, al menos alguna vez deberían plantearse seriamente la pregunta si el Señor los llama a evangelizar incluso en los países más lejanos. En este sentido son profundamente claras las palabras del papa Benedicto en su mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones de este año 2009: «Me dirijo sobre todo a vosotros, hermanos en el ministerio episcopal y sacerdotal, y también a vosotros, hermanos y hermanas de todo el pueblo de Dios, para exhortar a todos a reavivar en sí mismo la conciencia del mandato misionero de Cristo de hacer discípulos a todos los pueblos (cf. Mt 28,19), siguiendo los pasos de san Pablo, el Apóstol los gentiles".
A continuación, y siempre en segundo lugar, se necesitan los medios económicos para sostener esta tarea apostólica de nuestra Iglesia. Quiero hacer especial énfasis en que esta tarea es de nuestra iglesia, que nosotros formamos parte de esta aventura misionera porque es nuestra Iglesia quien los envió. Durante muchos años quizás se ha puesto demasiado el acento de esta jornada del DOMUND en el aspecto económico del sostenimiento de los misioneros, pero hemos llegado a la situación que lo que se necesita en estos momentos son precisamente misioneros, sin perder de vista también el aspecto económico.
Queridos hermanos, nos ha tocado vivir unos tiempos complejos en los que debemos dar testimonio de nuestra fe y de nuestra esperanza. Es nuestro compromiso como bautizados. Os pido un esfuerzo de disponibilidad generosa para atender la llamada que el Señor hace la evangelización, de oración ferviente al Santo Espíritu para todos aquellos que ya están trabajando en los campos de la misión y de solidaridad en el mantenimiento de esta tarea que es nuestra, de toda nuestra Iglesia.
