CAMINEO.INFO.- El próximo sábado, día 17, se celebrará en Tarragona la jornada de Donantes de Sangre en la que, si nada lo impide, acudiré a hacer mi donación como en otros años. Con este motivo deseo hacer un llamamiento a todas las personas que se encuentren con posibilidades de hacer algo semejante.
Los expertos sanitarios controlan que el donante sea una persona mayor de edad y que esté en circunstancias de hacer la donación sin que represente riesgo alguno. Para ello nos comprueban la tensión arterial, obtienen una muestra de sangre(el famoso pinchazo en el dedo) para comprobar la hemoglobina, y descartar la anemia, y extraen la sangre que luego se clasificará —según su grupo para atender— aquellos casos en que su utilización sea necesaria.
Cada año hay mucha gente que, por accidente o durante una operación quirúrgica, pierde sangre que debe ser reemplazada por otra. Gracias a los bancos de sangre, que se alimentan de donaciones voluntarias, es posible la práctica de transfusiones que son indispensables para su restablecimiento.
Este año he pensado que mi llamamiento podría hacerlo a través del artículo que escribo para cada domingo, y que recogen los medios de comunicación habituales. Y veo que el domingo anterior coincide con el 11 de Septiembre, una fecha que históricamente está ligada a diversos derramamientos de sangre. En Catalunya el 11-S tiene una significación muy especial desde 1711, a la que se añadió otro significado —ya de alcance mundial— tras los atentados de Nueva York y Washington en el mismo día de 2001.
En esas fechas se vertió mucha sangre, consecuencia de guerras y atentados. Sangre de otras personas, y en algunos casos sangre propia de quienes creyeron, erróneamente, que hacían algo digno del martirio al estrellar los aviones con ellos mismos, junto a muchos otros pasajeros, a bordo.
El martirio cristiano no acepta morir matando. Es una inmolación de la propia vida para salvar la de otros o por no renunciar a la fe. En ese sentido, sin que tenga por supuesto las características del martirio, la donación voluntaria de sangre sí que tiene un elevado significado. Es una donación de vida. Es cierto que no pone en riesgo la nuestra, pero es símbolo y efecto de la solidaridad.
Podríamos decir que la donación lo que pone en riesgo es nuestro egoísmo, al tener que pensar en los demás. Bienvenido sea este riesgo. Actuaciones así nos hacen mejores y, a la vez, hacen a la sociedad más humana. Mientras la sangre no pueda ser producida artificialmente, será un bien escaso, y ser donante será un título de generosidad.
La persona receptora no podrá agradecerlo a alguien en particular: pero Dios —que dijo que cuanto hiciéramos por un necesitado lo hacemos por El— nos sonríe con afecto al contemplar nuestro gesto.