CAMINEO.INFO.- En febrero los rigores del clima no son propicios para que florezcan las plantas, pero Valls celebra la "Flor de febrer", la antiquísima devoción a la Mare de Déu de la Candela, que coincide con el 2 de febrero, día en que la Iglesia conmemora la fiesta de la Presentación del Señor en el templo de Jerusalén.
Según una tradición ininterrumpida, en 1348 los vallenses clamaron a la Virgen que les librara de una feroz peste que asolaba la ciudad. Librados de ella, dieron gracias a la Madre de Dios acercándose a la capilla de la Mare de Déu de la Candela, donde se hizo costumbre cantarle una salve todos los sábados del año.
Esta devoción se vio incrementada cuando, en 1788, falleció Josep Perellada, beneficiado de la Comunidad de Presbíteros de la Parroquia de Sant Joan, y dejó como última voluntad la fundación de unas "Festes Decennals de la Mare de Déu de la Candela". En estas fiestas se haría una solemne procesión en honor de la Virgen, que sería llevada en procesión significando el voto de fidelidad a María de los eclesiásticos y toda la sociedad ciudadana. Cada diez años se ha repetido la tradición venerable que desborda el ámbito eclesial y se extiende a numerosas manifestaciones culturales, lúdicas y deportivas.
En otro año terminado en 1, en 1911 tuvo lugar otro hito en esta devoción mariana tan arraigada en la capital de l'Alt Camp: la coronación canónica de la imagen de la Virgen. El arzobispo de Tarragona, acompañado por los obispos de Girona, Lleida y Urgell, tomó de las manos del alcalde las coronas y, tras leer el acta por la que el Papa autorizaba el acto, procedió a coronar a la Virgen y al Niño Jesús.
Con motivo del centenario de esta coronación, Benedicto XVI concedió un Año Jubilar que termina el 6 de febrero próximo. Recuerdo con emoción cuando lo inauguré, el 24 de enero de 2010, hace justamente un año, iniciándolo en la parroquia de la Mare de Déu del Lledó, la otra gran devoción mariana vallense. Llevamos entonces la luz del jubileo por las calles hasta la capilla de la Madre de la luz, que es Jesucristo. Después de cantar la Salve, como es preceptivo, procedí a la apertura de la puerta de Sant Joan, como correspondía a la inauguración del Año Jubilar. Entonces pedí que este tiempo fuera de conversión personal y de abundantes gracias para todos. Confío en que así haya sido y pido a la Mare de Déu de la Candela que nos ayude a finalizar muy bien este año de júbilo y que nos lleve siempre de la mano en el futuro.
Que la clausura de este tiempo de gracia sea prólogo de nuevos propósitos y de muchos frutos espirituales, que sea inspiración para que encontremos a Dios en la vida personal y en el ámbito familiar, y que en la vida social se manifieste este florecimiento de santidad que debe iluminar el mundo