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Monseñor Jesús Sanz Montes, ofm::
“Compostela: meta y retorno” |
CAMINEO.INFO.- |
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“Compostela: meta y retorno”Thu, 14 Oct 2010 07:36:00
CAMINEO.INFO.- Desde las parroquias de Asturias, Huesca y Jaca, se han organizado peregrinaciones a Santiago de Compostela para obtener las gracias del jubileo con motivo del año santo jacobeo. Recientemente hemos hecho la Peregrinación diocesana de Oviedo. Llenamos aquella mañana la hermosa catedral de Santiago los cristianos que fuimos peregrinando hasta su tumba como tantos hombres y mujeres se allegan allí por los diversos caminos que llegan a Compostela.
Fue enviado Santiago a anunciar a todas las naciones el Evangelio como el resto de los apóstoles. Santiago fue el que más lejos llegó: hasta el final de la tierra entonces conocido. Este hijo del trueno, como le apodaban en el pueblo, vino con todo su ardor apostólico para narrar la salvación a los hispanos. Pero quedó fulminado ante la indiferencia de aquellos romanos de Hispania. El río Ebro acogió sus lágrimas de desfondamiento y cansancio ante el fracaso de su aventura evangelizadora. Y fue allí en esa ribera donde recibió el consuelo de María, ejerciendo como madre buena la maternidad nacida al pie de la cruz.
Santiago evangelizó nuestra tierra dejando en ella la semilla misionera de la que siglos después haría gala la Iglesia de España en América y Oriente. Vuelto a Jerusalén fue apresado y martirizado después por Herodes Agripa, siendo el primer apóstol de Cristo que derramaría su sangre por el Maestro. Los discípulos hispanos fueron a recoger su cuerpo para traerlo hasta el finisterrae de sus andanzas apostólicas. Santiago nos contó lo que escuchó en los labios del Maestro, y dejó plasmado en su predicación el Evangelio que prendió en sus entrañas.
Nuestra Diócesis se honra también en el recuerdo de esta historia, y reconoce en las huellas que los peregrinos han dejado en nuestros lares, las señales iluminadoras que quieren orientar nuestros pasos de hoy y los que recorreremos mañana. La fe, el arte, la cultura, la hospitalidad, encuentran en este camino de Santiago, una senda que nos habla del hombre y nos habla de Dios. En ese camino Dios se ha hecho samaritano de nuestras heridas, de nuestras esperas, de nuestros anhelos y venturas. Hay en nosotros una espera inscrita en nuestro corazón, que nos pone en pie cada mañana, nos hace mirar hacia delante con esperanza y permite que no nos derrumbemos en el escollo del último tropiezo mezquino. No somos rehenes de nuestros apagones, sino mendigos de la luz para la que nacimos. Esto es lo que nos hace peregrinos hacia lo que seguimos esperando, testigos de una promesa que siempre se reestrena, esa que coincide con aquello a lo que Dios nos llama y nunca se termina.
Hice dos peticiones al Apóstol: en primer lugar nuestras familias. Romper la familia es quebrar la sociedad, haciéndola vulnerable para los arteros intereses políticos, económicos o culturales. Le pedí que nos dé luz y fortaleza para no traicionar la verdad sobre la familia, y que nos ayude en nuestro empeño de ayudar a las familias más desprotegidas por la crisis económica y moral. La segunda intención, fue pedir un florecimiento vocacional para el sacerdocio, la vida consagrada y los laicos comprometidos con su bautismo y la misión apostólica de la Iglesia. Particularmente necesitamos sacerdotes, y por ello pusimos bajo su protección nuestro Seminario. Será una señal de que estamos educando correctamente a nuestros jóvenes en nuestras parroquias y grupos apostólicos. Camino que tiene meta: Cristo, y que tiene retorno: nuestra vida cotidiana. Que María y el apóstol Santiago sostengan nuestra esperanza, acompañen nuestros senderos, alumbren nuestras penumbras y nos hagan audaces peregrinos de cuanto Dios nos prometió.
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