CAMINEO.INFO.- Esta semana se celebra la ya tradicional “oración por la unidad de los cristianos”. Una iniciativa espiritual de gran alcance para la vida de la Iglesia, pues de la unidad de ésta depende su credibilidad en el anuncio del Evangelio. Son muchos los esfuerzos e iniciativas que realizan las confesiones cristianas en la búsqueda de la unidad, pero todas coinciden en señalar que ésta es un don que solamente Dios puede darnos. De ahí el gran valor de la oración como camino guiado por el Espíritu Santo, para comprender las riquezas de Cristo, y así crecer por los caminos de la unidad eclesial.
En la oración por la unidad hemos de tener muy presentes a los cristianos de las Iglesias de Oriente, tanto de la propia Iglesia Católica de rito oriental como de la Iglesia Ortodoxa, en especial la de Rumania. Al respecto, ya existen múltiples formas de contacto y colaboración mutuas. Pero es preciso un mayor acercamiento y mirar juntos hacia aquel que realmente nos une y nos unirá más en el futuro, Cristo. Ya el Papa Juan Pablo II nos invitaba a recorrer este camino de unidad. Nos decía: “A los hermanos de las Iglesias de Oriente se dirige mi pensamiento, con el deseo de buscar juntos la fuerza de una respuesta a los interrogantes que se plantea el hombre de hoy, en todas las latitudes del mundo. A su patrimonio de fe y de vida quiero dirigirme con la conciencia de que el camino de la unidad no puede admitir retrocesos, sino que es irreversible como la llamada del Señor a la unidad. Amadísimos hermanos, tenemos este objetivo común; debemos decir todos juntos, tanto en Oriente como en Occidente: Ne evacuetur Crux! (cfr. 1 Co 1,17). Que no se desvirtúe la cruz de Cristo, porque, si se desvirtúa la cruz de Cristo, el hombre pierde sus raíces y sus perspectivas: queda destruido. Este es el grito al final del siglo veinte. Es el grito de Roma, el grito de Constantinopla y el grito de Moscú. Es el grito de toda la cristiandad: de América, de África, de Asia, de todos. Es el grito de la nueva evangelización” (Juan Pablo II, Orientale Lumen, n 3).
También el Papa Benedicto XVI nos propone, en esta línea, un camino que, junto con la oración, debe impulsar nuestros esfuerzos en pos de la unidad: ofrecer, con todos los hermanos que compartimos una misma fe, un testimonio común, cooperando al servicio de la humanidad, en particular en la defensa de la dignidad de la persona, en la afirmación de los valores morales fundamentales, en la promoción de la justicia y de la paz y en la respuesta al sufrimiento que continúa afligiendo al mundo. En nuestra Diócesis iniciamos hace tiempo un camino muy concreto, marcado por la amistad y la colaboración. Algunas de nuestras iglesias parroquiales están abiertas para que puedan celebrar los misterios de la fe. Un camino que puede llevarnos a compartir la experiencia de la fe y a colaborar en el esfuerzo por crecer en fraternidad.