CAMINEO.INFO.- Desde hace unos años, a mediados de noviembre nuestras Diócesis promueven “el día de la Iglesia diocesana”, la jornada de “Germanor”. Una jornada para concienciarnos que todos los católicos somos Iglesia y, por ello, debemos colaborar en su sostenimiento económico. No todos saben que en el año 2007 se eliminó la dotación directa del Estado a la Iglesia católica, así como la exención del IVA a los objetos de culto. Ahora la sustentación de la Iglesia depende totalmente de los fieles, ya sea marcando la X en el apartado correspondiente de nuestra declaración de la renta, o a través de la aportación directa, puntual o periódica. Así somos más libres y, también, más responsables.
La parroquia es el lugar donde la Iglesia acompaña y ayuda. Es cercana a los niños, acompaña a los jóvenes a través de la catequesis, y está presente en los momentos de más alegría y en los más dolorosos de la vida de sus miembros. La Iglesia diocesana es la comunión de las parroquias de un territorio. Todos los bautizados somos Iglesia, y todos hacemos posible este acompañamiento y atención a los miembros de nuestra comunidad: enfermos, ancianos, familias con problemas, inmigrantes. Para atender estas necesidades es imprescindible la colaboración de todos los que nos sentimos miembros activos de la Iglesia.
Los cristianos estamos llamados por Cristo a trabajar en su Reino, cada uno desde su carisma y vocación. “Los laicos también pueden sentirse llamados a colaborar con sus pastores en el servicio de la comunidad eclesial para el crecimiento y la vida de ésta”(CIC, nº 910). Muchos laicos participan activamente en esta misión, colaborando con los sacerdotes en el funcionamiento ordinario de las parroquias y en la atención a los más necesitados, a través de las Delegaciones de Cáritas, Migraciones, Salud, Manos Unidas y Misiones, que desarrollan las tareas sociales y caritativas; sin olvidar a nuestros misioneros, cuya vida y trabajo también se sustenta en nosotros.
Es el momento de comprometerse en el sostenimiento económico de nuestra Iglesia. Una manera concreta de hacer realidad la participación activa en la comunión eclesial, don de Dios del que todos somos corresponsables. Muchos fieles han dedicado esfuerzos en la realización de la misión de la Iglesia, pero es toda la comunidad cristiana la que sostiene el conjunto de sus actividades. Demos gracias al Señor porque nos da la oportunidad de hacer realidad su palabra: “hay más alegría al dar que al recibir”(Hch 20,35). En este tiempo de crisis económica no nos de miedo la solidaridad, más necesaria que en otro tiempo. Con la participación de todos podremos mostrar que la Iglesia es ámbito de verdad y de amor, y a todos ofrece motivos para continuar el camino hacia un mundo más justo y fraterno.
