CAMINEO.INFO.- La presencia de misioneros y misioneras en distintos países es una realidad que ha marcado la historia de nuestra Diócesis. A través de ellos hemos ampliado nuestros horizontes, personales y comunitarios, y nos hemos sentido vinculados de muchas maneras a las necesidades y esperanzas de otros pueblos, sobre todo de aquellas comunidades cristianas que han acogido la semilla del Evangelio. Si la Iglesia se esfuerza por anunciar a Cristo, no es por un afán de dominio, sino porque sabe que así promueve la libertad de los hombres y de los pueblos.
En este domingo dedicado a la oración y ayuda en favor de la obra misionera de la Iglesia, tenemos presente el mensaje que, como cada año, el Papa nos dirige, y en el que quiere confirmar que la tarea de anunciar el Evanglio a todas las gentes constituye “la misión esencial de la Iglesia”. En realidad, “la Iglesia busca transformar el mundo con la proclamación del Evangelio del Amor, “que ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar… y así llevar la luz de Dios al mundo”(Deus caritas est, 39)… Es necesario por lo tanto renovar el compromiso de anunciar el Evangelio, que es fermento de libertad y de progreso, de fraternidad, de unidad y de paz”. Así, pues, “La misión de la Iglesia es la de “contagiar” de esperanza a todos los pueblos”.
Este compromiso fundamental tiene sus exigencias concretas. En primer lugar, el crecimiento de la calidad de nuestra vida cristiana, pues es éste el manantial de donde puede surgir una oración viva y un compromiso fuerte con quienes, en nombre de la Iglesia, hacen presente a Cristo entre tantos pueblos y culturas. Es el Papa quien nos pide que recemos “al Espíritu Santo para que aumente en la Iglesia la pasión por la misión de difundir el Reino de Dios, y que sostengan a los misioneros, las misioneras y las comunidades cristianas comprometidas en primera línea en esta misión, a veces en ambientes hostiles de persecución”. Una oración que también tiene su dimensión de apoyo económico, pero, sobre todo, debe suscitar la pregunta ¿qué puedo hacer yo para anunciar a Cristo, para mostrar que el Evangelio es crecimiento de vida, posibilidad para una fraternidad rica y concreta?.
En este año dedicado a la oración por los sacerdotes, recordamos de forma particular a nuestros hermanos que en Ayacucho (Perú), y en Trujillo (Honduras), llevan a cabo el anuncio del Evangelio, con todas sus consecuencias de promoción humana. Su entrega es expresión del trabajo pastoral de los sacerdotes que aquí, en la Diócesis, desarrollan la misión de hacer presente en nuestro pueblo a Cristo y su fuerza salvadora.
