CAMINEO.INFO.- El Papa ya ha llegado, con sus gestos amables y su sabio discurso. Visita primero Santiago de Compostela, referente espiritual de Europa, donde su antecesor Juan Pablo II convocó al viejo continente a redescubrir sus raíces cristianas, a no convertir nuestra sociedad de mercado en un absoluto, a valorar las culturas y las lenguas de todos los pueblos. Con su presencia en Santiago el Papa nos dice que la fe en Cristo es la luz que ilumina nuestra peregrinación humana.
Este domingo el Papa está en Barcelona, ciudad cosmopolita, abierta y plural, donde las huellas de la fe cristiana permanecen vivas y constantes en el tiempo. Allí consagrará el templo de la Sagrada Familia, expresión de la fe y la creatividad de Gaudí, un cristiano de cuerpo entero que hizo de la belleza del arte arquitectónico un modo de visibilizar el Evangelio. En este templo dedicado a la Sagrada Familia el Papa nos invita a redescubrir que todos los nacidos a la fe somos miembros de la gran familia de Dios: la Iglesia. Y también que la familia es el hogar donde nacemos a la vida y al amor; donde es posible la comunicación de aquellos valores que orientan la vida; del ejercicio en aquellas virtudes que configuran la personalidad, y, sobre todo, de la fe que a todo da sentido y fundamento.
El Papa está hoy entre nosotros. En ciertos ambientes se tiende a banalizar su figura o, incluso, a convertirla en manifestación de un humor despiadado y falso. Sin embargo, si nos fijamos en la trayectoria de Benedicto XVI, ¿quién negará su sabiduría, tejida de inteligencia y afecto, que no renuncia a tratar los grandes problemas de nuestro tiempo? En sus discursos el Papa insiste constantemente en el valor de la fe para la vida, propone
un diálogo entre el Evangelio y las grandes cuestiones humanas, proclama que la vida cristiana se desarrolla en el corazón de los grandes acontecimientos, de las alegrías y esperanzas de los hombres, y que la fe abre nuevos horizontes a la razón humana.
Hoy se tiende, tanto en los centros de opinión como en los medios que la difunden, a afirmar que la religión debe desaparecer del ámbito público. Una visión alejada radicalmente de la historia de la fe cristiana y de su misión evangelizadora. Recordemos las palabras del Papa en su encuentro con los políticos de Gran Bretaña: «la religión no es un problema que los legisladores deban solucionar, sino una contribución vital al debate nacional. Desde este punto de vista, no puedo menos que manifestar mi preocupación por la creciente marginación de la religión…» Esta afirmación, ¿no tiene una gran actualidad entre nosotros? La presencia del Papa nos estimula a mostrar, dentro del respeto, el valor de la fe para una vida con sentido y esperanza.