CAMINEO.INFO.- Podemos dividir a la gente en dos
grupos: los que mandan y los que obedecen, pero debemos preguntarnos ¿a quiénes
obedecen los que mandan? La pregunta es pertinente ya que nuestros mandamases obedecen
a otros que están en la sombra, aunque se trasluzcan con mayor o menor
facilidad.
En tiempos pasados mandaban en
último término los reyes, los Papas, los nobles o los conquistadores. Hoy
mandan, podíamos decir los de siempre: los que tienen dinero ya se apelliden
Rockefeller, dominen la banca mundial, formen parte de Foros como el de Davos o
se sienten en altas instituciones internacionales.
Cuando Pedro Sánchez llegó a la
Moncloa y estaba cambiando el colchón que había utilizado Mariano Rajoy llegó a
visitarlo el señor Soros. Pienso que no se trató de ninguna visita de cortesía
sino del serio recordatorio de que vendría obligado a obedecer sin rechistar
las consignas que recibiera de altos organismos internacionales y a eso se ha
aplicado con dedicación plena.
Quizás su antecesor Rajoy no se
atrevió a llevar a la práctica sus promesas de derogar las disposiciones de
Rodríguez Zapatero sobre el aborto, pero no puso el menor entusiasmo en definir
claramente lo que pensaba hacer en España.
Podemos comprobar como todas las
cadenas de televisión tratan de convencernos de todas aquellas noticias,
entrevistas y reportajes que le interesa divulgar a los que mandan que, si
duda, han recibido de más arriba las oportunas instrucciones.
Quiénes sean los beneficiarios y
los perjudicados de cada una de las medidas del gobierno, que nos cuentan desde
los medios de comunicación, nos daría una pista segura de quienes sean los que
mandan a los que nos mandan.
La pasada pandemia fue una forma
de distraernos y de distraer astronómicas cantidades para enriquecer, por
ejemplo, a determinados laboratorios que ¡oh casualidad! eran propiedad de Bill
Gates y al mismo tiempo reducir nuestros derechos constitucionales con una
indigna pantomima del Congreso de los diputados.
Estoy seguro de que si los que
mandan consideran beneficioso para ellos otra pandemia la pondrán en marcha.
Ahora andan distraídos con la
guerra de Ucrania que les ofrece la oportunidad de lucirse a costa del sufrido
contribuyente que observa como por arte de magia todo se encarece. Nosotros, simples
ciudadanos, vemos como nuestros inútiles políticos consiguen sueldos vitalicios
de vértigo, mientras se discute sobre las pensiones.
Seguramente una de las consignan
que habrán recibido nuestros mandamases es la necesidad de desacreditar a los
políticos que intenten descorrer la cortina de la farsa. Para ellos han
encontrado el calificativo de ultras o nazis y no pierden ocasión de
desacreditarlos.