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No estoy muy seguro de que el
mundo vaya a mejor
Parece que siempre ha existido la
tendencia a que todas las naciones del mundo se rijan por las mismas leyes sin
que tal cosa se haya conseguido nunca. Grecia, Roma o el celeste imperio lo
intentaron una y otra vez.
Claro que todos los unificadores
que han existido han tratado de reservarse el mando sobre el grupo de naciones
que de alguna forma pretendían unificar.
Sin remontarnos a Alejandro Magno
ni a la Guerra de las Galias podemos observar que al final de las dos guerras
mundiales, seguidas de otras locales como la del Japón, Corea o Indochina, los
dirigentes de los países ganadores no han dejado de intentarlo.
La Organización de las Naciones
Unidas (ONU) y el reconocimiento de los derechos humanos parecieron una buena
ocasión para terminar las guerras y luchas tras la hegemonía comunista o
capitalista.
Salta a la vista que no ha
funcionado. La declaración de los derechos humanos en la que se reconocía en su
artículo primero que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad
y derechos, y en el segundo que tales derechos serían sin distinción de raza,
color, sexo, religión u opinión política. Demasiado bello para ser verdad en
cualquier sitio, lo mismo lo que dice el artículo tercero de que todo individuo
tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.
Todo esto no casa en absoluto con
el derecho a abortar a los niños por nacer que demasiados países han convertido
en un derecho, en un “avance social”. Tanto a escala mundial con la ONU y sus
organismos filiales y sus conferencias mundiales, así como la Unión Europea. Toda
la democracia se ha teñido de rosa y el aborto se promociona casi sin
oposición.
Los que se oponen al aborto o a
la ideología de género en el mundo occidental resultan señalados y
estigmatizados. El progreso es rosa o multicolor y se promocionan la libertad
de decidir el género con independencia del sexo o el matrimonio homo o hetero
sexual, o de grupo tipo comuna. Nada de esto está en la Declaración de los
derechos humanos.
Los cristianos, al parecer, hemos
ido desvirtuando la religión hasta hacerla irreconocible mientras los
musulmanes la aplican a sangre y fuego.
Si antes existía un enfrentamiento
entre comunistas y liberales, ahora más parece que la oposición es de una
sociedad post-cristiana y un islam presente en todo oriente y occidente.
No obstante, sigue existiendo un
afán de dominio mundial al que le ha venido de maravilla la extraña pandemia
que sufrimos que reclama un poder supranacional para imponer normas y
obligaciones en un ensayo de Nuevo Orden Mundial que puede terminar decidiendo
quien vive y quien muere o qué países deben o no subsistir.
Todo ello mezclado con importantes
intereses en la compra de vacunas y mascarillas que esperan seguir haciendo
caja con una tercera dosis.
Como soy bastante viejo no sé
como esto me afectará. Las pensiones no están garantizadas y a lo peor quieren
arreglarlo eliminando viejos inútiles.
Oí a los mejicanos quejarse de
estar lejos de Dios y cerca de USA. Los viejos podemos hacer nuestra la misma
queja: lejos de Dios y cerca de la ONU, la UE, la OMS y los que manejan los
hilos del Nuevo Orden Mundial que me suena bastante apocalíptico.