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Para los actuales amos del
mundo los cristianos somos un incordio
Los que pretendemos hoy ser
cristianos de verdad somos considerados como excéntricos por el mundo que nos
rodea. Es más, muchos bautizados buscan ser aceptados por este mundo, aunque
tengan que ocultar o disimular sus ideas.
Rezamos a menudo el Padrenuestro,
pero sin tomar conciencia clara de lo que decimos. Decir que se haga la
voluntad de Dios choca frontalmente con los que quieren imponernos su voluntad
y más aun con nosotros mismos que realmente deseamos hacer lo que queramos.
Se nos sopla constantemente al oído
que somos libres, que podemos hacer lo que nos venga en gana y que el infierno
no existe. Si nos creemos esto, el mundo nos aceptará, de lo contrario seremos
unos seres extraños, incómodos o incluso malvados.
Pedimos que venga a nosotros el
reino de Dios quizás maquinalmente, mientras que aceptamos el reino de este
mundo construido sobre las ideas del capitalismo, el comunismo o el nuevo orden
mundial. No es fácil tomar una decisión de tal calado.
La fe confortable y
descomprometida es una mentira que choca frontalmente con los totalitarismos
que se van imponiendo en el mundo. Ser un cristiano consecuente con nuestra fe,
que rechaza la cultura imperante, tendría que oponerse al aborto, a la
ideología de género o a la eutanasia y puede perder su puesto de trabajo o su
acceso a la universidad.
El mundo que nos ha tocado vivir
solo admite una única forma de pensar y está dispuesto a expulsar de la vida
pública a quienes la cuestionen ya sea porque duden de la obligación de
vacunarse contra al Covid, del calentamiento global, o de tener que convertirse
en vegano…
Los cristianos creemos que Dios
nos creó hombre y mujer, pero el mundo con su ideología de género pretende que
se reconozcan no sé cuantos sexos, la posibilidad de cambiar el que tenemos
inscrito en el ADN por el que se nos ocurra y pone a los educadores a incitar a
los niños a estas aberraciones.
Los cristianos creemos en el
matrimonio indisoluble y en la castidad como virtud imprescindible para una
vida ordenada. El mundo impulsa a la gran mescolanza de sexos, a una sexualidad
sin frenos.
Cada nación tiene su propia
historia, pero el mundo actual pretende borrarlas todas o peor aún: desacreditarlas
para siempre extinguiendo sus héroes y sus gestas. Si pretendes reivindicar las
acciones de tus antepasados estás perdido, serás motejado de totalitario o de
fascista.
Desde toda la antigüedad la
educación ha ido pasando de padres a hijos y para romper esa cadena, el mundo
nuevo que nos rodea separa a los padres de los hijos a lo que se aplican los
gobiernos que se dicen democráticos, pero son en realidad totalitarios. En esto
también los cristianos sobran.
Se nos predica un mundo de
placeres exento de sufrimiento y decidido a terminar cualquier sufrimiento
aplicando la eutanasia.
A pesar de todo ello y aunque los
cristianos de verdad sean una minoría si son capaces de mantener su esperanza
verán a Cristo, el Hijo del hombre, venir con gloria y majestad para juzgar a
vivos y muertos.
Todo esto podemos resolverlo con
oración, ayuno y sacrificio. Dios no es una opción más entre otras, sino
nuestra única esperanza.