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Atentos a lo que nos rodea no nos dejemos engañar
Me pongo
al ordenador después de dos semanas de dolencias y alifafes propios de mi edad.
Cuando era un muchacho el 28 de diciembre celebrábamos bromas el día de los
Santos Inocentes. Hoy las bromas sobran aunque haya quien siga con ellas.
Ahora no
es el relato de los niños degollados en Belén por orden del rey Herodes sino la
horrible realidad de cientos de miles de niños abortados en España con los más
peregrinos razonamientos: “mi cuerpo es mío y yo decido” pero el bebé en gestación
no es tuyo para que lo mates sino para que le des vida.
Con
falsos y sibilinos razonamientos la matanza de inocentes se extiende por todo
el mundo. Se dice falsamente que el mundo no puede mantener a más personas,
pero tenemos una España vacía. O se dice que la natalidad condena al hambre a
muchos países y no es la natalidad sino nuestros criminales organismos
internacionales que hacen depender sus ayudas económicas de la aceptación de
toda clase de métodos anticonceptivos.
Todo muy
disfrazado de vana palabrería como “paternidad planificada”, salud planetaria, hay que salvar el planeta. A nuestro planeta
hay que salvarlo de todos los herederos de Malthus, el profeta que calculaba
que la producción terrestre resultaría insuficiente para alimentar a la
población, que obviamente resultó falsa como la explosión demográfica de Paul
Erlich o la de la mal encarada Greta
Thunberg.
Los
poderosos actuales de este mundo pienso que están tratando de hacer
experimentos con la malvada idea de reducir la población. A veces imagino que
la pandemia que sufrimos puede haberse gestado en sus endiablados cerebros.
Hay como un
embate contra la vida: matarlos antes de nacer, matarlos con drogas y vicios,
eliminar a los viejos con la eutanasia. Así el mundo entero quedará más
despejado. Las mentes criminales en que se cuecen estos planes seguramente que
muchos podrán acertarlas. Hay que defenderse de esta plaga de poderosos
criminales que quieren tenernos en sus manos.
Esto va más
allá de las distopías noveladas de Orwell, Wells o Aldous Huxley o de las ideas
criminales de Lenin o Hitler. El aborto se extiende como una mancha sangrienta
por todo el mundo.
Ya sé que
hay muchos científicos perfeccionando vacunas contra el Covid-19, pero esto
representa un río de dinero que no sé si está en las mismas manos de los que
tratan de cambiar el mundo a su antojo.
Quisiera
que el año próximo se vayan alejando los negros y satánicos nubarrones que han ensombrecido
el 2020 en todo el planeta, pero será necesario volver los ojos al Dios que
hizo el cielo y la tierra del que nos hemos alejado creyéndonos nuestros
propios dioses.
A pesar
de tantas cosas que nos inquietan, revivamos nuestra esperanza y aprestémonos a
construir un mundo nuevo, un mundo mejor, donde reine la paz y la justicia, sin
dejarnos avasallar por los poderosos, por mucho dinero que tengan, por mucha
capacidad de embaucarnos.
Con mis
mejores deseos para el 2021.