Vivimos en una España débil y sin pulso, pero creo que
podemos ser capaces de despertar de
la pesadilla y hacer oír nuestra voz en toda Europa.
Ayer fue el sorteo de la lotería
de Navidad y desde bien temprano comenzaron al unísono todas las cadenas
televisivas a mostrarnos a los afortunados que habían conseguido premio, las
administraciones que vendieron los décimos, los niños que cantaron los números
y los premios y toda la parafernalia que se monta cada 22 de diciembre en el
teatro real de Madrid.
Unas cuantas puertas más abajo de
mi casa hay una administración que vende lotería y otras apuestas y yo, que
nunca juego ni lotería ni cupones, salvo en navidad, quedo sorprendido al
comprobar cada mañana la cola que espera la apertura del establecimiento: todos
viejos ilusionados con recibir algún premio.
El sorteo de Navidad que muestra
el bombo donde se vuelcan bolas de cien mil números y otro bombo, mucho más
pequeñito donde se depositan los premios, a simple vista se puede colegir que
las posibilidades de obtener un premio realmente importante son bastantes
escasas, lo cual no desanima a los jugadores recalcitrantes.
Me ha venido a la memoria unos
versos de Don José María Pemán, poeta injustamente ignorado, seguramente por
haber sido clasificado como “no de los nuestros” por la izquierda cerril que se
cree en posesión de la verdad. Y tiene redaños suficientes para imponérnosla a
todos.
Volviendo a los versos que he
recordado de su obra “Cuando las Cortes de Cádiz” los vecinos, sin distinción
de clases, están levantando las defensas para evitar el asalto de los franceses
y un inglés, el marqués de Wellesley acude con un ofrecimiento de ayuda que es
rechazada y ante la extrañeza del inglés que ve la plaza desguarnecida, uno de
los defensores de Cádiz le pregunta si duda de la capacidad española para repeler
la agresión y la respuesta de Wellesley es una maravilla:
“…tiene esta nación
tan extraña condición
y suertes tan extremosas,
que siempre acierta en las cosas
que están fuera de razón.
Suele este pueblo al azar
en lo leve fracasar
y en lo grande ser fecundo.
Sabe descubrir un mundo.
No lo sabe administrar.
Ni la mayor fantasía
profetizar osaría
lo que el porvenir encierra
para esta nación, que es tierra
de milagro y lotería.”
Me
gustaría saber que en la situación actual, cuando todo está en peligro y no
sabemos lo que nos deparará el futuro, pero no el futuro lejano, sino el
cercano, si seguimos confiando en nuestras propias fuerzas para enderezar el desaguisado
que puede terminar descuartizando a España.
Necesitamos
la llamada del clarín para dejar de lado todas nuestras diferencias y
aplicarnos con denuedo y afán a restaurar la unidad de España, aunque la Europa
que quizás nos odia, desde que la atravesábamos victoriosos por el camino
español hasta Flandes, compruebe que a pesar de esta debilidad pasajera, nuestra
voz no se ha apagado ni extinguido y exigirá el castigo de los politicastros
que no buscan el bien de España sino el suyo propio.