CAMINEO.INFO.- “Dios mío, mándanos de esos «locos» que se comprometen enteramente, de esos que se olvidan de sí, de esos que saben amar con obras y no con palabras, de esos que se donan enteramente hasta el final…” Ésta la plegaria coral de los amigos de “Juanma” en la misa del último adiós. El relato de uno de ellos.
«Juanma nació el 28 de enero de 1986 en Mendoza (Argentina), una ciudad en las faldas de la cordillera de los Andes; cuarto hijo de una espléndida familia. Los que lo conocieron saben que siempre tuvo un gran deseo de vivir. No dejaba escapar ni siquiera un momento. Aún si siempre se distinguió por el impulso a donarse a los demás, hubo un momento en especial, después de un accidente, en el cual se cuestionó sobre el sentido de su vida, y sobre cómo le hubiera gustado aprovecharla. Nos decía que Dios le había dado una segunda oportunidad y que esta vez no quería malgastarla.
Por esto, comenzó con una búsqueda profunda de algo que le llenara su vida. A través de una joven del Movimiento de los Focolares, Inés, que estudiaba con él, encontró el “ideal” de la unidad. A partir de ese momento, comprendió que valía la pena gastar todo por Dios. Nos hacía recordar a aquella persona de la que habla el Evangelio, que, encontrando la perla preciosa, vende todo lo que tiene para poseerla. Este “ideal” significaba para él un mundo en el cual todos somos hermanos. Por este sueño se comprometió en primera fila.
Le encantaba la idea de poder transmitir este ideal a los demás a través de la música. Como fruto de esta convicción, nace el concierto “Una mano por la Paz”, que ya ha tenido dos ediciones. Además, nos decía siempre que, a diferencia de otros compromisos sociales, lo que había descubierto en ese período era la posibilidad de poder vivir 24 horas sobre 24 construyendo con los demás este sueño. En lo cotidiano, en lo concreto, en la simplicidad, pero apuntando a las cosas grandes. Luego de haber participado en una “Mariápolis” – cita típica de los Focolares, de varios días, en los cuales se trata de vivir a la luz del Evangelio, un laboratorio de fraternidad – en octubre del 2006, parte para Inglaterra, por seis meses. Al regreso, se compromete con todas las fuerzas en las actividades de los “Jóvenes por un Mundo Unido”, y en enero del 2007 pide ser un “gen” (“generación nueva”, los jóvenes más comprometidos). Comienza así una bellísima “aventura divina” con los gen.
Su amor no tiene límites: por donde pasa, siembra en los demás el deseo de unirse a su sueño. Personas de ambientes muy distintos, que si sienten atraídas por su estilo de vida. Acompaña a los adolescentes del Movimiento – a los que ama especialmente – en su crecimiento en el ideal de la unidad, en calidad de asistente. Tiene un don especial para con los niños. Le gusta disfrazarse de payaso en las fiestas, y su alegría es contagiosa y muchos quedan impactados. Entre ellos, los amigos de un barrio pobre de Mendoza, con quienes cuales comparte la construcción de un mundo más justo; la “Escuela Dios Padre”, donde da clases, y que considera “la escuela ideal”, y todos aquellos a los que encuentra cada día, incluso a quienes conoce durante su último viaje.
El 25 de enero pasado, junto con Federico, uno de sus amigos “gen”, se va de vacaciones. Deciden ir a conocer una zona muy bella, llamada “El cajón azul”, en la provincia de Río Negro, al sur de Argentina, muy cerca del paralelo 42. Después de 3 horas de subida, llegan a un lugar encantador. Para Juanma es un viaje muy esperado. Queda tan fascinado por paisaje que le dice a Federico: “Esta es la casa de Dios, este lugar es el Paraíso, aquí está Dios”. Fede le responde: “Pero Juanma, Dios está en todas partes”. Y él: “Sí, pero si Él tuviera que elegir un lugar, aquí instalaría su oficina central”.
En ese lugar, después de que su amigo le tomara una foto, resbala en los rápidos del río. Se busca afanosamente su cuerpo por seis días, hasta que lo encuentran. Juanma alcanzó otra “meta”: la definitiva, estar siempre en Dios, como deseaba.
Nos ha enseñado que, a pesar de nuestros errores, no hay excusas para no donarse completamente. Ahora nos toca a nosotros tomar el relevo y pedir para que el testimonio de su vida genere en este mundo cada vez más “locos” de grandes ideales».
