CAMINEO.INFO.- “Un hito para la Iglesia, para el Movimiento de los Focolares y para la diócesis”. De este modo definió el obispo de Frascati, Mons. Raffaello Martinelli el proceso de beatificación en curso de Igino Giordani, que ahora continuará en sede vaticana. Interviniendo en la ceremonia conclusiva de la fase diocesana, presidida por él este domingo 27 de septiembre, el recientemente elegido obispo, en su primer acto oficial, recordó de Giordani el sobrenombre que le dió Chiara Lubich, la fundadora de los Focolares: Foco, “porque - dijo - estaba lleno del Espíritu de Dios que lo empujaba a ser testigo por todas partes”.
La ceremonia tuvo lugar en el marco del Centro internacional de los Focolares, en Rocca di Papa (Roma, Italia), donde descansan sus restos mortales y los de Chiara. Aquí vivió Igino Giordani, después de la muerte de su querida esposa, Mya, los últimos 6 años de su vida.
Su figura ha sido delineada por la Presidente de los Focolares, Maria Voce. Ha trazado, a grandes rasgos, el papel desarrollado en la Iglesia, anticipándose al Concilio sobre los temas del laicado y del ecumenismo, tanto que hubo quién le citó como Padre Giordani, pensando que “por lo menos, tenía que ser jesuita”. Giordani “fue padre sí, pero de 4 hijos” y consiguió “su formación directamente de los Padres de la Iglesia y de la vida de los santos”. De igual relieve es su compromiso político “vivido desde el nacimiento del Partido Popular al lado de Sturzo” y “sus batallas a favor de la democracia y la libertad en los años del régimen totalitario”.
Un rico bagaje que desemboca en una página nueva, quizás menos conocida, sobre la que se detiene Maria Voce: se abre con “el singular encuentro de Igino Giordani con Chiara Lubich” en 1948, 5 años después del nacimiento de los Focolares. Giordani representa para la fundadora de los Focolares “la humanidad”, esa humanidad “destrozada por las guerras, revuelta por las divisiones mundiales, angustiada por el materialismo y que sedienta de comunión y fraternidad, grita la necesidad de unidad”. La misma Chiara dijo que él “tenía, más que ningún otro, una gracia especial” para comprender la novedad y amplitud del carisma de la unidad que Dios le había donado y de lo que podía significar en la historia de la familia humana. La fundadora de los Focolares lo considera “la semilla de todas las vocaciones laicales” que, poco a poco, se han desarrollado en el Movimiento. Lo reconoce como “cofundador”.
Tales frutos no podían ser engendrados, sino con el precio de las virtudes heroicas, que han tenido un primer reconocimiento del Tribunal Eclesiástico Diocesano. A éste seguirá la verificación por parte del Vaticano. De hecho, la vida de Giordani ha tenido no pocas “pruebas, incomprensiones, dificultades en la vida pública, privada y eclesial, que él superó con profunda fe y grandeza de ánimo”, como dijo el postulador de la causa, Carlo Fusco, introduciendo la ceremonia de conclusión del proceso.
El postulador tuvo palabras de gratitud para el obispo de Tivoli, Mons. Pietro Garlato que, en 2000, tuvo la iniciativa de promover el inicio de la causa de beatificación; para el predecesor del actual obispo de Frascati, Mons. Giuseppe Matarrese que, desde 2004, “ha conducido los trabajos hasta ahora desarrollados en la fase diocesana” y también para Chiara Lubich que “ha seguido esta causa hasta poco antes de morir” y ha sido de ella “el motor más importante y activo, que impulsaba cuando surgían las dificultades inevitables, que siempre nos animó para que fuerámos no sólo estudiosos de Foco, sino sobre todo imitadores suyos”.
El Juez del Tribunal, Mons. Francesco Maria Tasciotti, señaló el amplio trabajo desarrollado. Puso de relieve el perfil espiritual: “hemos descubierto - ha dicho - una personalidad tan rica y múltiple, desde el punto de vista católico, universal, que supo comprender y vivir plenamente la vocación cristiana en sus diferentes formas”.
El gran volumen de trabajo desarrollado, se hizo visible gracias a las 32 cajas selladas, que contienen las 2.500 páginas de las actas y la gran cantidad de escritos de Giordani examinados: 98 libros, 4.000 artículos, 16.000 páginas inéditas. Una tarea desarrollada en poco tiempo, algo más de 4 años, gracias a los más de 20 años de trabajo del Centro Igino Giordani, nacido precisamente para recoger, catalogar y divulgar el patrimonio dejado por el Siervo de Dios.
“Ahora confiamos este trabajo a la Santa Sede, a los expertos de la Congregación por las causas de los Santos, presidida ahora por el obispo Angelo Amato” – concluyó el obispo Martinelli. Su misión es “analizar la autenticidad de las virtudes y la singularidad de cada uno de sus hijos, para que, después, el Papa pueda proceder a la beatificación”. “La Iglesia - añadió - siempre procede con mucha cautela y prudencia. Éste es un gran don para la misma Iglesia, y también para la humanidad”.