La falacia del pensamiento medieval

Entre las falacias que giran por el mundo, una consiste en reducir una afirmación a la categoría de “medieval”, a veces con el recurso de otros adjetivos más o menos vistosos: retrógrada, primitiva, propia del hombre de Cro-Magnon, etc.

La falacia funciona de esta manera: alguien afirma una cosa que parece “superada” y extraña para el mundo actual, o para grandes mayorías, o para grupos de poder que controlar los medios de comunicación y la cultura. Para atacar la afirmación “superada”, se la acusa de “medieval”; es decir, se la considera propia de una época vista generalmente con poca simpatía.

Esta falacia, sin embargo, se construye sobre pilares equivocados. El primero consiste en suponer que lo dominante, o lo actual, o lo votado por la gente, o lo defendido por profesores más o menos reconocidos, se convierte en algo verdadero y válido, mientras que lo contrario sería falso.

En realidad, las nociones de verdad y de falsedad no coinciden necesariamente con lo que resulte ser dominante, actual o reconocido por los dirigentes de la cultura o por la gente. ¿El motivo? Con frecuencia lo que es aceptado como verdadero por mayorías en un pueblo o en una época histórica resulta ser simplemente falso.

¿No era falso suponer que el sol giraba alrededor de la tierra? Si se admite la teoría de que cada época establece qué sea verdadero o qué sea falso, entonces la gente en la Edad Media no estaba equivocada, pues la “moda” era creer en la centralidad de la tierra en el universo.

El segundo pilar lleva a considerar un error como algo típico de un pueblo o de una época histórica. Así, suponer que está mal el aborto (dicen algunos) sería un error propio de mentalidades “primitivas” o “medievales”.

El mundo medieval, sin embargo, era profundamente amante de la verdad, como el nuestro. A la vez, tenía sus prejuicios y errores, como el nuestro. Con la primera actitud, era capaz de acoger verdades y de perfeccionar su técnica; con la segunda, cometía errores y se apartaba de lo que realmente importa en la vida humana.

En otras palabras, cada época histórica tiene sus aciertos y sus errores. Considerarnos superiores a las personas del pasado simplemente porque pensamos de otra manera es un gesto de altivez intelectual que desdice mucho de actitudes prudentes, serenas, ponderadas y reflexivas.

El tercer pilar de la falacia que estamos considerando es más sutil. Supone creer que hemos llegado a un buen conocimiento del pensamiento medieval y de sus características fundamentales.

En realidad, ¿qué se entiende por pensamiento medieval y cómo lo conocemos? Un estudio serio de los escritos y documentos que cubren casi 1000 años de historia de pueblos muy diferentes mostraría lo difícil que resulta encontrar elementos culturales constantes en la Edad Media. Como también, hay que recordarlo, resulta sumamente difícil caracterizar lo que algunos denominan, con excesiva rapidez, bajo la fórmula “pensamiento actual”.

Por eso, en vez de usar adjetivos que buscan ridiculizar un argumento, lo mejor es analizarlo serenamente. Viviremos así con esa mente abierta que surge desde el auténtico amor a la verdad, desde un pensar valiente y serio, y con actitudes que fomentan la empatía y el auténtico diálogo constructivo.