CAMINEO.INFO.- Existe un modo de ser católicos extraño a la fe y contrario a la verdad. Se trata de pensar y de proponer adaptaciones de las enseñanzas de la Iglesia a los propios deseos, a la mentalidad del mundo, según el "progreso" de la humanidad, según la marcha de los tiempos.
Este es el modo de pensar de muchos que se autodeclaran "católicos", cuando en realidad cada vez están más lejos de la fe de la Iglesia. Son católicos que van contra la doctrina sexual católica, que rechazan la "Humanae vitae", que defienden la "licitud" del uso de los anticonceptivos, que no ven mal las relaciones prematrimoniales si hay amor en la pareja, que aceptan el divorcio como "solución" a los fracasos de tantas parejas.
Son católicos que condenan el aborto de modo suave, casi descafeinado, al decir que está mal pero que hay situaciones especiales, que hay casos extremos que lo permitirían, que la ignorancia de las personas lo justifica, que la pobreza de muchos países lo haría casi necesario.
Son católicos que ven como negativas palabras como cruz, abnegación, renuncia de uno mismo; y que prefieren una moral más "positiva" y optimista, que renuncie a ideas "superadas" (hablar de pecado no es comprensible para muchos, según ellos dicen) y que acoja nuevas propuestas psicológicas o espiritualidades que vienen del Oriente.
Son católicos que consideran que los dogmas no pueden permanecer fijos, que las ideas cambian con el tiempo, que vale la pena adaptarse a los nuevos modos de pensar de un mundo que ya vive bajo los descubrimientos de Darwin, de Freud y de los nuevos profetas.
Son católicos que interpretan los sacramentos en clave sociológica, que rechazan la idea de la "transustanciación", que piden que las mujeres tengan acceso al sacerdocio, que incluso no tienen claro el sentido auténtico de la jerarquía en la Iglesia.
Son católicos que tienen tiempo para leer libros de espiritualidad confusa, tipo New Age, que admiran a los pueblos primitivos (algunos de los cuales ofrecían sacrificios humanos), que exaltan la riqueza intelectual de los budistas o de los musulmanes, mientras no han dedicado casi nada de tiempo a leer a fondo la Biblia, a estudiar a los Padres de la Iglesia, a conocer los documentos de los Papas y de los Concilios.
Son católicos, en definitiva, que piensan según criterios subjetivos, como tantos grupos protestantes, donde cada uno puede interpretar la fe "católica" a su manera. Se alejan así de la verdad para acoger fábulas y errores de todo tipo (cf. 2Tim 4,4).
Al final, al querer adaptar la Iglesia a su modo de pensar, lo único que hacen es desintegrarla o, simplemente, viven como si existieran cien iglesias, tantas como mentalidades diferentes conviven entre los católicos protestantizados.
Hay que superar esa mentalidad que tanto daño hace a la Iglesia y, de un modo muchas veces imperceptible, a uno mismo. Porque no existe más Iglesia que la fundada por Cristo sobre la Roca de Pedro y de los Apóstoles, porque no hay fe fuera de la aceptación amorosa de la Escritura y de la Tradición tal y como nos la presentan el Papa y los obispos que viven unidos entre sí y al Papa.
Ante esta mentalidad, podemos rezar a Dios Padre, con las mismas palabras de Cristo, para que nos conceda el don de la unidad (cf. Jn 17). Porque no existen mil doctrinas "católicas" elaboradas según los gustos de cada uno, sino que sólo existe un Evangelio de Jesucristo (cf. Gal 1,8-9) y una sola Iglesia edificada guiada por la mano de Pedro y de sus sucesores (cf. Mt 16,18-19).