CAMINEO.INFO.- Durante el último año, la educación sexual escolar ha sido motivo de acalorados debates por parte de diversos organismos de la ONU. En esos debates, no pocas voces se han alzado por parte de quienes temen que los derechos de los padres y madres a educar a sus hijos e hijas conforme a sus propias convicciones, sean violados “en nombre de la libertad”. Y no es para menos: Sin ir más allá, el Organismo Educativo, Científico y Cultural de la ONU (la UNESCO) publicó en los pasados meses unas directrices de educación sexual escolar, del todo punto tan inaceptables, que no le quedó al Organismo más remedio que retirar el documento de su página web, para someterlo a revisión. Cabe esperar que no sea éste el último de los debates acerca de la educación sexual escolar. Por eso mismo conviene conocer bien las notas características propias del lenguaje que sus promotores utilizan, a fin de comprender mejor el posible alcance de sus resoluciones.
Primera nota: Invocar derechos humanos inexistentes
Para los promotores de la educación sexual escolar, "La gente joven tiene derecho a ser completamente informada acerca de la sexualidad, y tiene derecho a acceder a contraceptivos y otros servicios. Esos derechos están consagrados en varias convenciones y tratados sobre derechos humanos, pero –desafortunadamente- no están siendo respetados universalmente."
Ante esta afirmación, cabe plantearse hasta qué punto sus promotores conocen la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pues en la misma no existe alusión alguna al derecho a la información sexual ni –mucho menos- al acceso de los jóvenes a los anticonceptivos “y otros servicios”.
Segunda nota: Atribuir al gobierno un derecho/deber inexistente
Partiendo de unas premisas verdaderas, los promotores de la educación sexual escolar sacan una conclusión falsa. Parten de que "los jóvenes son seres sexuales", lo cual es una realidad evidente.
Esto lo combinan con otra afirmación: "La educación sexual promueve el bienestar individual y el avance de amplios objetivos de salud pública y social".
Hasta aquí íbamos bien, pues, evidentemente, una buena educación sexual de unos individuos sexuales (desarrollaremos más adelante el concepto de “educación sexual”) redunda en beneficio del propio individuo, y, por extensión, de la sociedad entera.
Lo malo viene cuando concluyen que, por las dos razones anteriores, "La educación sexual integral debe ser obligatoria en la escuela, y los gobiernos también deben asegurar que esta educación se proporcione a los jóvenes que están fuera de la escuela”.
Ante esta declaración, cabe recordar que el derecho de los jóvenes a la educación sexual es un derecho/deber que corresponde exclusivamente a los padres de cada joven. Por eso mismo, el gobierno carece de derecho –y más aún de deber- a impartir educación sexual ya sea en la escuela, o fuera de ella.
Como mucho, los miembros del gobierno podrán dar educación sexual a sus hijos e hijas, pero a nadie más: Carecen de competencias para ello.
Por otro lado, hay que aclarar que el tipo de educación sexual que se reclama, se viene impartiendo en la mayoría de los centros educativos de España, Europa y USA desde hace al menos treinta años, y se reduce en la mayoría de los casos a un mero adiestramiento sexual en técnicas para evitar el embarazo e incluso en ciertos casos al adiestramiento en actividades sexuales contra natura, tales como la masturbación (eufemísticamente denominada “autoconocimiento” o “autoerotismo”).
Y esto no es educación sexual. La educación sexual es un proceso que se inicia con las primeras nociones infantiles acerca del origen de la vida y las diferencias sexuales primarias entre el niño y la niña. Se desarrolla más adelante con la información acerca de la función de los órganos reproductivos y la educación de la afectividad, enfocada hacia el autodominio de los instintos en orden a una mutua e indisoluble donación total, abierta a la vida, entre el hombre y la mujer, mediante el contrato matrimonial. Desde luego, sobra decir que el mejor educador sexual será el padre para los hijos, y la madre para las hijas.
Tercera nota: Atribuir beneficios inexistentes
Los promotores de la educación sexual escolar afirman que “la educación sexual integral es necesaria para avivar en los jóvenes el amor propio y las habilidades de negociación, así como para ayudarles a desarrollar una vida sexual placentera y satisfactoria."
Ante esta afirmación procede aclarar que, en este contexto, el sentido que dan al término “integral” implica informar de manera exhaustiva acerca de todo lo relacionado con los anticonceptivos, el aborto, y, en definitiva, de toda técnica para gozar del placer sexual evitando la descendencia.
Y esto no es educación sexual integral: Esto es adiestramiento genital, que no es lo mismo. Reducir la sexualidad humana a la mera genitalidad implica despojar al hombre y a la mujer de las dos notas que les diferencian del resto de los animales: La inteligencia y la voluntad.
Cuarta nota: Desafiar a la Naturaleza
Los promotores de la educación sexual escolar afirman que “el poder de la educación sexual integral para desafiar papeles sexuales tradicionales no debe ser subestimado”.
Ante esta afirmación, procede aclarar que, en este contexto, el sentido que dan al término “desafiar papeles sexuales tradicionales” implica desafiar a la propia morfología sexual –que es tanto como desafiar a la naturaleza- al objeto de disolver toda diferencia entre los papeles propios del varón y la hembra en la unión sexual, dejando tales papeles al arbitrio de la propia voluntad. En tal caso, cabe recordar a los lectores que, cuando se le lleva la contraria, la Naturaleza nunca perdona.
Quinta nota: Invocar la Libertad
Quienes promueven la educación sexual en las escuelas reivindican la concesión a los jóvenes de un acceso “a la educación sexual, así como a servicios sexuales libres de obstáculos y restricciones administrativas."
En este contexto, cabe aclarar que el término “servicios sexuales libres de obstáculos y restricciones administrativas” significa el acceso libre a los anticonceptivos y al aborto, sin requisitos previos tales como la prescripción médica, el permiso paternal, el consentimiento conyugal, y por extensión, libre de cualquier otro impedimento o traba del tipo que sea.
Sexta nota: Presentar la Religión como un obstáculo
Los promotores de la educación sexual escolar apuntan con frecuencia a la religión como una de las principales barreras para conseguir el pleno acceso de los adolescentes a sus derechos y servicios sexuales.
Hasta tal punto llegan, que incluso critican la posibilidad de que, en uso de su libertad de cátedra, ciertos profesores "dan una educación sexual que omite los aspectos positivos del placer, y enfatiza la práctica de la abstinencia sexual antes del matrimonio”.
En este contexto, cabe plantearse algunas preguntas:
¿La religión es una barrera a derribar?
¿Qué clase de adiestramiento sexual están promoviendo?
¿La abstinencia sexual antes del matrimonio es algo negativo?
¿En nombre de qué intereses se promueve la educación sexual escolar?
Son preguntas sin respuesta, al menos de momento.