El Instituto Efrat replica al Principado de Asturias

Desde el Instituto Efrat consideramos bastante lamentable que la responsable de Bienestar Social del Principado se dedique a promover leyes que niegan el derecho a la vida de los seres humanos más inocentes, y más indefensos, y planteamos a Noemí Martín en particular, y a la sociedad española en general, las siguientes cuestiones:

¿El incremento del aborto tiene relación directa con el incremento del bienestar social… o más bien al contrario?

¿Sabe la Consejera de Bienestar Social… que el 100% de las mujeres que abortan sufre transtornos psicológicos durante el resto de su vida?

¿Qué es lo que ha podido transtornar tan gravemente a Noemí Martín, que la ha llevado hasta el punto de contrariar algo tan genuinamente femenino como su instinto maternal… llevándola a defender en público algo tan horroroso, tan cruel, tan sanguinario, como es hacer picadillo a un bebé?

¿Cómo es posible que Noemí Martín, una mujer de izquierdas de toda la vida, que -en coherencia con su credo político- debiera salir más bien en defensa de los seres humanos más débiles e indefensos… esté apoyando ciegamente una ley pensada para seguir enriqueciendo a sus verdaderos impulsores, esto es, a los magnates capitalistas de la industria del aborto?

Al tiempo que nos hacemos estas preguntas, desde el Instituto Efrat observamos con preocupación la creciente -a nuestro modo de ver- "nazificación" que se está dando en el discurso de nuestros dirigentes actuales, quienes sostienen en público sin rubor alguno -y cada vez con más frecuencia- ideas tan retrógradas como la de que el Estado posee legitimidad para regular el crimen del aborto.

Frente a esa idea retrógrada, que nos recuerda -sin ánimo de ser exhaustivos- a ciertas leyes promulgadas en los inicios del imperio romano (derecho de los padres a vender o matar a sus hijos), o a las leyes esclavistas norteamericanas del siglo XIX (derecho a esclavizar, vender y matar a los seres humanos de raza negra, pues la ley no los consideraba "personas"), o a las leyes promulgadas por el parlamento alemán y validadas por el Tribunal Supremo de ese país a mediados del siglo pasado (negación a los alemanes de raza judía el primero de todos los derechos: El derecho a vivir) nosotros no nos cansaremos de recordar a Noemí Martín que la nueva ley del aborto que está defendiendo de manera tan inexplicable no es -y nunca podrá ser- legítima, ya que los legisladores carecen de legitimidad cuando de lo que se trata -como en este caso- es de permitir el asesinato de los seres humanos más inocentes e indefensos, con las agravantes de premeditación, alevosía y ventaja.

La alusión de Noemí Martín a la legitimidad del Estado en lo referente a dejar impune el crimen del aborto nos parece sumamente engañosa en cuanto presenta como otorgada a los representantes del pueblo la capacidad de decidir en qué momentos, o en qué casos, existe el derecho a llevar a cabo -con absoluta impunidad- el asesinato premeditado y alevoso de los hijos del pueblo. Sencillamente, eso es falso, es erróneo, es mentira: no tienen ese poder. No se lo ha otorgado nadie, ni nadie se lo puede otorgar. Los representantes del pueblo pierden su legitimidad en la medida en que favorecen el asesinato premeditado, alevoso y con ventaja, de los hijos, inocentes e indefensos, del pueblo al que representan.