“Sin decencia ni moral, la ley se convierte en tiranía y opresión.”
Anónimo
Cuando se ejerce el poder de forma absolutista y dictatorial, se suele perder la perspectiva de la realidad y los límites del mismo. Quien así lo administra, puede llegar a creerse invulnerable, sobre todo si acostumbra a presentarse como adalid de la justicia y regenerador de todos los males que atentan a los más desfavorecidos.
Para justificar su disfrazada apariencia, suelen envolverse en el manto de una falsa razón moral, lo que les llevará a no admitir el que haya ningún poder que pueda atreverse a cuestionar sus actos, y muchísimo menos, a juzgarlos.
Estos sujetos solo persiguen el poder a cualquier precio. No les preocupa el daño que hayan de causar, ni la cuenta que hayan de pagar. No les importa aparcar su arrogancia y servir de felpudo si ello les ha de servir para conseguir su propósito.
A modo de ejemplo para ilustrar este proceder, podríamos recordar las afrentas del rey de Marruecos —no ya a nuestro presidente, si no a España que es el país a quien representa— al mostrar en su presencia la bandera de España en posición invertida, o el desplante que supuso la comunicación de su ausencia en la cumbre entre ambos países 10 meses después. Para mayor bochorno, la comunicación de esta ausencia por parte del rey alauita se produjo cuando el presidente español pisó tierra en el país vecino. Podría argumentarse que este modo de proceder no debe extrañarnos proviniendo del máximo mandatario de Marruecos. Situemos entonces el escenario en EE. UU., país considerado paradigma de la democracia, y salvando las distancias, regido por un político que representa una línea ideológica muy próxima a la que supuestamente pertenece el presidente español. El día 12 de mayo de 2023, después de reunirse con el presidente Joe Biden en la Casa Blanca, el jefe del Gobierno español ofreció una rueda de prensa desde el Centro Español de Washington, solo, y sin ninguna instalación prevista a tal efecto. Tanto desde un punto de vista político, como diplomático, o protocolario, estas acciones protagonizadas por países supuestamente amigos, son consideradas una falta de respeto; un menosprecio, una ofensa diplomática, y una muestra de la consideración e importancia que en el concierto internacional es tenido el actual gobierno español.
En su designio de desacreditar y demoler la Constitución del 78, que con tanta ilusión y esforzada voluntad los españoles nos dimos hace 45 años, no tienen el menor escrúpulo en pactar con cualquiera que persiga el desmembramiento de España, inclusive con los sucesores de quienes ni han pedido perdón y aún chapotean en la sangre de las más de 7.000 víctimas —864 jamás volvieron a ver un amanecer— a las que la banda terrorista ETA destrozó sus vidas.
En su intento de justificar tan infame proceder, machacan las conciencias de la sociedad hasta lograr dar forma a la falsa y peligrosa idea de la división y el enfrentamiento; la revancha y la frustración, en la que ellos, hagan lo que hagan, siempre serán los buenos, y los que discrepen, el compendio de todos los males del averno.
No importa que la base de su política se asiente en la mentira, el ocultamiento, el disimulo, o la traición más escandalosa a las promesas hechas para hacerse con el poder. Es igual. Por principio, cualquier opinión; cualquier argumento; cualquier propuesta que discrepe de sus planteamientos, hay que desacreditarla de la forma más grosera junto a quien la presente.
En el transcurso de esta legislatura, las situaciones escandalosas no han sido escasas.
Pedro Sánchez prometió por activa y por pasiva no pactar con Podemos. En septiembre de 2014 manifestó: “No pactaremos con el populismo, ni antes, ni durante, ni después… no dormiría por las noches si hubiese aceptado la oferta de Podemos”. Finalmente, el 30/12/19, anunció su pacto con Podemos, traicionando así su propia palabra.
Lo mismo que hizo con su afirmación de que no pactaría con Podemos, lo repitió con EH Bildu. ¡Jamás pactaría con ellos! “Le estoy diciendo que con Bildu no vamos a pactar. Si quiere se lo digo cinco veces, o veinte durante la entrevista. Con Bildu no vamos a pactar. Con Bildu, se lo repito, no vamos a pactar” (Abril 2015) Pero no ha sido esta la única vez que lo manifestó. Existen numerosas declaraciones sobre este tema, en las que Pedro Sánchez hace encendidas y ofendidas protestas en el mismo sentido. Ante una pregunta sobre el mismo tema, en enero de 2016, respondió: “Creo que esta pregunta ofende…” Ahora Bildu, con la fuerza que le dan sus cinco diputados, marca la pauta política del Gobierno de la nación.
Pedro Sánchez, acostumbrado a traspasar impunemente todas las líneas rojas de la ética más elemental, impulsaría después las leyes que indultarían a los golpistas catalanes y la reforma el Código Penal en la que rebajaría las penas por cometer el delito de malversación; el intento de ocultar la realidad histórica con una bochornosa ley de memoria democrática concebida para presentar como víctimas a quienes sembraron la semilla del odio y la discordia entre hermanos, y como culpables, a quienes ante el asesinato por su parte del jefe de la oposición, dijeron ¡Basta ya!; su aprobación de leyes que atentan contra la esencia de la propia Naturaleza y están arruinando la agricultura y la ganadería; el impedir la explotación de nuestras propias fuentes de energía, y con ello hacernos depender de terceros países en los que no se respetan las normas sanitarias más elementales para la salud, o que no tienen empacho en contaminar; el no defender adecuadamente nuestra integridad territorial ante el ataque de terceros; el aprobar una ley de vivienda que protege el movimiento okupa que en la práctica deja al propietario en una casi completa indefensión al propietario; el descarado asalto a la Justicia y a la mayoría de las instituciones del Estado para hacer inviable cualquier recurso a su proceder por parte de la oposición.
Hablando de incumplimientos, cabría preguntar a los damnificados por la erupción del volcán de Tajogaite, en la isla de La Palma, y si de corrupción se trata, analicemos las imputaciones del caso Berni, o los casos relacionados con la Generalidad de Valencia o Baleares.
Si de escándalos se trata, los más chocarreros a la vez que bochornosos podrían ser el supersónico AVE de Extremadura, o el de los trenes que no caben por los túneles por los que habría de pasar en Cantabria.
Cuando una persona no siente el menor respeto por su palabra; cuando hace todo lo contrario de lo que dice; cuando miente y traiciona la confianza de quienes en ella creyeron ¿Qué crédito puede merecer? ¿Qué se puede esperar de ella?
Los medios de desinformación —como denominaba Julián Marías a la prensa, y emisoras de radio y TV— se ocupan de todas estas noticias durante dos o tres días, a lo sumo una semana y luego se evaporan pasando a formar parte de la gigantesca nube del olvido al ocupar el protagonismo de las mismas otro escándalo mayor.
El ejecutivo progresista de Pedro Sánchez, últimamente ha provocado dos situaciones ante las que la mayoría de la sociedad civil se ha plantado y no está dispuesta a pasar página.
Una de las heridas más humillantes en la que ha echado sal, ha sido la causada a las víctimas de un abuso o violación, con la promulgación de la ley del sí es sí. Según el Consejo General del Poder Judicial, al 11 de mayo, 1079 han sido los agresores sexuales beneficiados por la ley del sólo sí es sí, y de ellos, 108 han sido excarcelados. Y el goteo no ha terminado. Hay expertos en el tema que afirman que pueden llegar a sobrepasar los cuatro mil, los beneficiados por un gobierno que alardea de su feminismo y su defensa de la mujer.
El segundo circo en el que a Pedro Sánchez le han crecido los enanos, es el de las candidaturas de EH Bildu.
Tras la estampida protagonizada por los ministros del Gobierno cuando estalló el escándalo de las candidaturas de Bildu, en la huían de la prensa con cualquier pretexto y en todas direcciones como pollos sin cabeza, para evitar responder porque aún no habían recibido la consigna correspondiente sobre tan delicada situación.
Transcurrieron cinco eternos días en los que el PSOE, sonado ante el directo que le había propinado EH Bildu incluyendo en sus candidaturas a 44 etarras condenados, siete de ellos con las manos ensangrentadas, había guardado un ensordecedor silencio, hasta que desde la fría soledad en que a Pedro Sánchez había dejado el presidente de EE. UU., dijo: “Hay cosas que pueden ser legales, pero no son decentes”.
En base a la respuesta de Pedro Sánchez, con la que creo que una inmensa mayoría estamos de acuerdo, cabría preguntar:
Si no es decente el hecho de que Bildu incluya en sus candidaturas a 44 condenados, siete de ellos asesinos ¿Es decente que el Gobierno o el PSOE, me da igual, tanto monta, monta tanto, pacte con Bildu?