“El
futuro de un niño puede segarlo el ala de una mariposa”
Antonio
Gala
Una vez más —ojalá fuese la última— España
vive con el corazón angustiado por la
desaparición y muerte de un niño. Gabriel Cruz Ramírez, con sus ocho años llenos
de inocencia, salió de casa de su abuela en Níjar. Acababa de comer y hasta la
hora de la merienda, se iba a sumergir en el mundo fantástico de los niños jugando
en casa de su primo. Del mundo multicolor de los juegos infantiles al que se
dirigía, solo le separaba una distancia de unos cien metros, muy familiar para
él, porque la había recorrido muchas veces. Lo que su natural inconsciencia no
podía imaginar es que el alma negra de alguien en cuyo corazón anidaba la
maldad, impediría que sus sueños llegaran a hacerse realidad.
Cuando aún vivimos el trágico suceso inmersos
en el dolor; cuando aún nos debatimos entre la desolación y el estupor, hay un
hecho cierto. Una vida en ciernes, ha sido sesgada para siempre; un universo apenas
explorado ha sido devorado por el negro agujero de la maldad, todo un mundo
—porque cuando un niño nace, con él, un universo está por descubrir— un mundo
digo, que ya jamás llegará a ser.
Con más frecuencia de la que nadie desearía,
desaparecen niños en España y en el mundo, o los corrompen para siempre
destruyendo su alma inocente.
Y ¿Por qué? ¿Qué daño había hecho esa
criatura? ¿Qué delito había cometido? ¿El de nacer?
Contra un niño, nunca hay razón. Atentar
contra un niño horroriza por cuanto nos desborda. Siega lo apenas iniciado. Es
una sinrazón anticipada. Obscurecer la aurora. Es quitar al almendro la belleza
de su flor, para que no de su fruto.
No hay goma en el mundo capaz de borrar la
negrura del estupor, el espanto, la soledad y abandono que invade el alma de un
niño, cuando en quien confiaba plenamente, le está arrebatando la vida.
¿Por qué? ¿Tendría que pasar?
¿Por qué el cuerpo de una niña de tres años tiene
que ser hallado muerto junto a las vías del tren? ¿Tendría que pasar?
¿Por qué un padre es capaz de asesinar y
quemar a sus propios hijos con solo seis y dos años? ¿Tendría que pasar?
¿Por qué niños indefensos tienen que padecer y
ser víctimas del horror de las guerras? ¿Tendría que pasar?
¿Por qué se permite que nadie enseñe a los
niños a matar —incluso a sus propios padres— despojándoles de todo sentimiento
humano y convirtiéndoles en lo que conocemos como los niños de la guerra? ¿Tendría
que pasar?
¿Por qué hay quienes corrompen desde pequeños
a niños que aún no han descubierto su propia naturaleza, a ejercer la
prostitución? ¿Tendría que pasar?
¿Por qué hay niñas que son forzadas a casarse
con hombres que podrían ser sus abuelos? ¿Tendría que pasar?
¿Por qué hay niñas que son vendidas también
por sus propios padres, porque en determinadas zonas del mundo tener una hija
es considerado una desgracia? ¿Tendría que pasar?
¿Por qué hay niños que son vendidos por sus
propios padres porque no los pueden mantener? ¿Tendría que pasar?
¿Por qué hay niñas que son raptadas por bandas
terroristas y son violadas salvajemente innumerables veces cuando casi tendrían
que estar jugando con muñecas? ¿Tendría que pasar?
¿Por qué hay niños que son raptados por sus
propios padres privándoseles del cariño del otro cónyuge? ¿Tendría que pasar?
¿Por qué hay niños, que desde su más tierna
infancia son educados en el odio a quien sea o a lo que sea? ¿Tendría que
pasar?
¿Por qué hay niños que son secuestrados para
extraerles los órganos y venderlos en el mercado negro? ¿Tendría que pasar?
¿Por qué los niños? ¿Por qué los más inocentes
e indefensos?
¡Cuántos por qué! ¿Por satisfacer nuestras
propias pasiones, vilezas, ambiciones y maldad?
Y siempre somos los adultos los responsables
de tanto dolor y sufrimiento.
Quisiera ir más allá de las preguntas sin
respuesta, porque es necesario sensibilizar a la gente y fustigar con el máximo
rigor de las leyes a quienes los corrompen y los pervierten con sus ideas.
No
estoy muy seguro de quienes son peores, si quienes los matan, o
corrompen su alma de por vida, porque quienes cometen crímenes de esa magnitud,
atentan contra toda la humanidad, ya que el fruto que esos niños podrían dar a
la sociedad, es… nunca lo sabremos.