La Iglesia no recibe nada del Estado, aunque no hayan faltado voces del Gobierno, que ante la crisis económica -que ellos no han sabido, ni saben, ni sabrán, solucionar- diciendo que: “la Iglesia está recibiendo cantidad multimillonaria de dotaciones públicas”.
Nada más falso y más demagógico. Lo que la Iglesia recibe es la aportación de las personas que libremente marcan la X en la casilla correspondiente de la Declaración de la Renta. Por lo tanto la Iglesia no le cuesta nada en absoluto al Estado, más bien al contrario, porque la gran labor que la Iglesia desarrolla y ha desarrollado tradicionalmente en hospitales, en instituciones de caridad, en colegios, etc., es la gran colaboración que la Iglesia aporta a la sociedad, aunque algunos no quieran reconocerlo.
¿Hay alguna institución que haya sido capaz de asistir a más de 2.950.000 personas, en el pasado año 2009, en labores caritativas y asistenciales? ¿Quién está atendiendo a los parados e inmigrantes?
Y si la Iglesia no lo hiciera, otros no lo harían, como dijo en una ocasión una famosa actriz que, al contemplar la labor que realizaba la Madre Teresa de Calcuta, exclamó: “¿Yo, esto?, ¡no lo haría ni por todo el oro del mundo!”, a lo que Madre Teresa contestó: “¡Yo tampoco!”.