España es hoy un edificio con graves problemas estructurales y de mantenimiento. Es frecuente ver –ahora menos- edificios en rehabilitación. La inmensa mayoría queda reducida a unos retoques y pintura de la fachada, tal vez porque no necesitan más. El problema de España es mucho más profundo, tanto que afecta hasta a los propios cimientos del edificio. Comparar la crisis económica con la “fachada” no es una veleidad para los millones de parados, porque el estado de aquélla es tal que podría caer entera a la calle. Por ello, no hay duda de la urgencia de aprobar las condiciones que permitan crear empleo. Pero, dicho esto, no hay que pasar por encima, ni dejar para “más adelante” los problemas de fondo que tenemos los españoles, es decir la crisis de orden moral que arrastra a las próximas generaciones a una vida fuera de las leyes de la Naturaleza: el “derecho” al aborto, el matrimonio homosexual, negación del derecho a la libre educación… Lo más inquietante son las palabras de Rubalcaba: “Cuando se reforma una casa, lo mejor es llamar al arquitecto que la diseñó", señaló en referencia implícita al PSOE”.